Tuesday, September 16, 2008

“La partícula de Dios”

Andan estos días los científicos europeos (unos diez mil, dicen), ocupados en provocar, en un inmenso túnel circular de 27 kms., un choque de neutrones. Estos se mueven casi a la velocidad de la luz, impulsados por la fuerza de atracción de unos inmensos imanes enfriados hasta los -270 grados, (doscientos setenta grados bajo cero). Yo me pregunto cómo pueden realizar esos prodigios. Todo ello, y su objetivo final me hacen pensar mucho.



Parece que de ese choque tremendo resultará una partícula especial, que puede presentar mucho parecido con las partículas primitivas de las que resultó el bing-bang, que algunos denominan “partícula de Dios”, unos con un poco de ironía, otros con respeto. Además, no saben bien qué resultará de esa fusión, se temen la aparición de un montón de agujeros negros, aunque no piensan que pueda explotar Europa o el mundo. Lo decisivo vendrá cuando se estudien los millones de datos que se registrarán del acontecimiento. Todo esto me recuerda la controversia, que no acaba, sobre creacionismo sí o no, tan exacerbada sobre todo en Estado Unidos. Es algo que no comprendo. No se puede entender la creación como una acción primitiva, un tremendo empujón dado por Dios a no se sabe qué, quien después dejaría las cosas correr. En el Credo decimos: “Creo en Dios Padre, creador de cielo y tierra…”. No que creó, sino creador. Es un matiz muy importante. La creación es presente, no pasado.



Es un error considerar la creación del mundo por parte de Dios como un hecho histórico, que sucedió entre un domingo y un viernes, puesto que el sábado Dios descansó. Esa lectura literal del Génesis, además de superada e infantil, es disparatada. Como lo es también la idea de que el respeto a la Biblia consiste en leer, a nuestro modo actual de entender, los textos bíblicos, cuando el auténtico respeto se demuestra intentando ponernos en la piel del escritor y del lector de entonces, cosa imposible, ciertamente, pero por lo menos intentarlo con todas las fuerzas. Lo que irrita y es inaceptable es que tachen de iconoclastas y medio heréticos a los que se dedican a una tarea tan noble y hermosa, aunque delicada.



Diga lo que diga la ciencia, si es ciencia de verdad, los creyentes no debemos temer ni nos vamos a asustar. La ciencia sobre el mundo que Dios crea cada día es un camino válido para acercarnos a Él, y es el que recorre mucha gente honesta, aunque no tenga el don de la fe. Agradezcamos que nosotros podamos recorrer con alegría los dos caminos, que no nos resultan incompatibles ni desde la ciencia ni desde la Fe.


Jesús Mª Urío

Del blog "El guardián del Aerópago"

El Areópago era aquel espacio urbano de una plaza de Atenas donde se podía discutir y polemizar sobre todo lo divino y lo humano. Yo soy un sacerdote de la Iglesia, actualmente párroco en la parroquia Nª Sª de la Piedad, (Calle Antonio Folgueras, 24, Vallecas, Madrid), ordenado en Septiembre del año 1968, poco después de los acontecimientos de Mayo de ese año, y a poco del final del Vaticano II. Reconozco en mi formación sacerdotal tres elementos fundamentales:1. El Concilio Vaticano II, intensamente y apasionadamente seguido y vivido intelectual y sentimentalmente en todas sus sesiones, con el acompañamiento de periódicos y revistas y libros de estudio de todo tipo y nivel, desde los de simple divulgación hasta los más profundos y especializados.2. El escolasticado de Teología de la Congregación de los Sagrados Corazones en el Escorial (Madrid), de una línea teológica y bíblica totalmente adecuada a los tiempos y a las exigencias conciliares.


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