Monday, September 01, 2008

Monseñor Cristián Contreras Villarroel: “El desafío urgente de trabajar por la paz”

Con un llamado a construir una cultura de paz Monseñor Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago, encabezó la Eucaristía en el Día de oración por los Pueblos Originarios este 31 de agosto en la Catedral Metropolitana


Con instrumentos e indumentarias propias de su cultura y resaltando el testimonio del beato Ceferino Namuncurá, la pastoral mapuche de Santiago, religiosos, y fieles en general celebraron el Día de Oración por los Pueblos Originarios este 31 de agosto enla Catedral Metropolitana. La Eucaristía estuvo a cargo de Monseñor Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago, quien transmitió el saludo del Cardenal Francisco Javier Errázuriz. “Ante todo, queridas y queridos hermanos, deseo hacerme eco del cordial saludo de nuestro Arzobispo de Santiago, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, en estos momentos en Roma. Él me ha delegado para presidir la Eucaristía en su Catedral. Con gusto y gratitud asumo esta delegación pastoral. Y con mucha alegría quiero compartir con ustedes estas reflexiones personales a la luz de la Palabra de Dios y de la enseñanza de nuestra madre Iglesia”, comenzó diciendo Monseñor Contreras.


Durante su homilía, el prelado destacó hermosos valores de los pueblos originarios como la sencillez y la opción de compartir en vez de competir. Añadió: “No podemos ser ciegos al hecho de que esa sencillez en que buscan vivir por naturaleza, muchas veces también es pobreza material que no ha sido abordada efectivamente. Los pueblos originarios hoy demandan justamente mejores niveles de vida y más oportunidades. Sabemos que las políticas públicas no han sido lo suficientemente exitosas para superar tantos problemas que los aquejan como deficiencias en la educación, salud, poca calificación laboral y carencia de tierras. Como sociedad no nos hemos hecho cargo en plenitud de estos dolores de Cristo en sus hermanos más pobres”. También dijo: “Hoy le pedimos al Dios de la Justicia que ilumine las mentes y los corazones de aquellos en cuyas manos están las posibilidades de dignificar a los pueblos originarios con más y mejores oportunidades de desarrollo integral, velando siempre por el respeto de su identidad”.


La familia es el centro de la comunidad

Asimismo dio gracias a Dios por el sentido de familia que existe entre los descendientes de las primeras culturas que habitaron el país, a ellos “los distingue aquella sabiduría de poner a la familia al centro de la comunidad social. Los lazos de respeto y fidelidad que pasan de padres a hijos constituyen un valor especial. Son ellos la más firme esperanza de la conservación de las tradiciones y el patrimonio cultural que los identifica como únicos en el mundo”. Es en la familia, prosiguió, donde se transmite la fe y fue allí donde el beato Ceferino Namuncurá encontró al Señor. La figura del beato fue relevada como un ejemplo a seguir, ya que “sin abandonar su fuerte identidad mapuche, se hizo testigo de Cristo en medio de sus hermanos”, indicó el Pastor.

La paz es un don preciado

Monseñor Cristián Contreras Villarroel fue enfático en señalar que “hoy más que nunca se hace imprescindible establecer un diálogo inspirado en la verdad, el respeto y la dignidad de las personas, para encontrar soluciones definitivas a las justas demandas de los pueblos originarios. Pero teniendo siempre presente que la violencia como camino de lucha jamás permitirá alcanzar la paz que tanto queremos para todos”. Agregó: “En este Día de Oración por los Pueblos Indígenas, acogemos el desafío urgente de trabajar por la paz. La paz es un bien preciado pero precario que debemos cuidar, educar y promover todos en nuestro continente. Como sabemos, la paz no es solamente la ausencia de guerras ni la exclusión de armas nucleares en nuestro espacio común, logros de por sí significativos. La paz reclama el empeño de la creación de una ‘cultura de paz’ que sea fruto de un desarrollo sustentable, equitativo y respetuoso de la creación”.


El Obispo concluyó: “Por eso elevamos una oración profunda al Dios de los pobres para que allane los caminos para un encuentro entre hijos de la misma tierra, donde los más postergados sean restituidos en su dignidad, donde todos crezcan con las mismas oportunidades, y donde las identidades de las distintas culturas sean vistas como signos de la presencia de Dios que nos hizo distintos pero nos amó por igual”.




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Fuente: DOP http://www.iglesiadesantiago.cl/







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