Saturday, July 25, 2009

Curas amados en pueblos olvidados


Los sacerdotes jóvenes asumen las tareas pastorales en muchas parroquias rurales
(Texto y fotos: A. Garrido) Hay muchos lugares en los que ser cura se convierte en un reto cada vez más difícil, como difícil es el reto del mismo lugar. El sacerdote, metido en la espesura de la sociedad, ha dejado de ser, en muchos sitios, ese paradigma de “poder” con el que lo pinta el sentir popular. Hoy, en un pueblo, ya no forma grupo con el alcalde, el médico, el juez o el boticario. Su grupo de referencia es otro y “su gente” tiene más que ver con el núcleo parroquial que con el social.

El Diario de un cura rural, de Bernanos, cambia sustancialmente. Un móvil, un coche y un mayor número de laicos implicados en las tareas son de gran ayuda a los muchos sacerdotes que cada día trabajan en el mundo rural, cuyo perfil en España ha cambiado sustancialmente: soledad en la masa, mucho tiempo en desplazamientos, parroquias que se van despoblando… En muchas diócesis de España, en las que la población rural es abundante, los sacerdotes se lanzan cada día a evangelizar “contra los elementos”. Pero junto a la adversidad se constata la gran ilusión en las tareas diarias. En este reportaje, que Vida Nueva enmarca en una serie de artículos con motivo del Año Sacerdotal, nos centramos en la labor que se desarrolla en los núcleos rurales de la diócesis de Jaén.


Una característica general en todas las zonas rurales en las que desarrollan su ministerio estos sacerdotes es la pérdida de población, con todo lo que esto conlleva de merma en los servicios educativos, sanitarios y municipales. Las administraciones olvidan a estos pequeños núcleos en favor de los pueblos más grandes. La emigración sigue siendo la única posibilidad para los jóvenes de estas zonas que se plantean unas perspectivas laborales dignas en su vida.

Este panorama supone que la mayoría de personas que quedan en estos pequeños pueblos son de edad avanzada. Y en este medio rural nos encontramos con estos curas, tanto jóvenes como más mayores, que con las alforjas llenas de ilusión y a pesar de la dificultad de su misión en un ambiente cada vez más indiferente, están gastando sus vidas en estas pequeñas poblaciones que también tienen derecho a sentirse Iglesia en medio de una sociedad cada vez más urbana.

Más información en el nº 2.670 de Vida Nueva.

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