Saturday, July 25, 2009

Dos vacíos muy diferentes

El pasado 8 de junio fallecía en un hospital de Barcelona, a los 73 años, el presidente de Gabón, Omar Bongo Ondimba, que era el mandatario más longevo de África. Considerado junto a Houphouët Boigny uno de los padres de la "Françafrique" por sus relaciones con la antigua potencia colonial, Bongo deja tras de sí una dilatada actividad diplomática en el continente africano.


A pesar de que durante los 42 años que permaneció en el poder su país gozó de una cierta estabilidad política y social, Bongo se aferró siempre al sillón presidencial y estaba considerado como una de las personas más ricas del mundo, mientras el 70 por ciento de sus conciudadanos viven con menos de dos dólares al día. En el momento de su muerte había en Francia un proceso judicial abierto en su contra por desvío de fondos públicos y blanqueo de dinero.


Apenas diez días después de su fallecimiento, moría en la localidad india de Anantapur el ex jesuita y cooperante español Vicente Ferrer. Acababa de cumplir 89 años y llevaba en la India desde 1952. Llegó al país asiático para completar su formación como jesuita y pronto comenzó a destacar por su lucha en favor de los más pobres, labor que despertó la ira de la clase dirigente y que provocó su expulsión del país en 1968.


Gracias a la ayuda de Indira Gandhi pudo regresar pocos meses después para instalarse en una tierra inhóspita y pobre, Anantapur, donde reanudó su trabajo humanitario. Tras dejar la Compañía de Jesús, creó la Fundación que lleva su nombre junto a una periodista inglesa que después sería su mujer, con la intención de dar continuidad económica a su labor caritativa. En 1998 sus esfuerzos fueron reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.


Las diferencias entre Omar Bongo y Vicente Ferrer son muchas, por lo que pretender compararlos carecería a todas luces de sentido. A pesar de todo, ambos coinciden en una cosa: el vacío que dejan con su muerte. Bongo deja un vacío y una incógnita en el ámbito interno de su país y en el panorama político africano. Con él se va uno de los políticos más activos en el mundo de la diplomacia del continente. A nadie se le escapa su labor de mediación en numerosos conflictos del continente. Pero también deja a su país en una situación calamitosa, hasta el punto de tener que acudir a una clínica extranjera para curar su cáncer intestinal porque en Gabón no hay ningún centro sanitario que ofrezca las mínimas garantías.


Vicente Ferrer, por su parte, deja un gran vacío en el corazón de las miles de personas a las que ha dado un poco de esperanza y de alivio a través de su fundación. Deja también cientos de escuelas, hospitales y centros agrícolas, que han servido y siguen sirviendo para que los más desfavorecidos tengan unas condiciones de vida dignas.


Con la muerte de Omar Bongo, África pierde a uno de sus más reputados diplomáticos; con la de Vicente Ferrer las clases marginadas de la India y el mundo de la cooperación pierden a unos de sus principales valedores. Por encima de cualquier comparación inútil, lo que diferencia realmente un vacío de otro es lo que el propio Ferrer solía decir con frecuencia: que “la pobreza no está para ser entendida, sino para ser resuelta”. Él intentó solucionarla, mientras que Bongo no sólo la provocó, sino que se aprovechó de ella.


Editorial Mundo Negro
Julio - agosto 2009

No comments: