Sunday, July 05, 2009

Los Legionarios cierran filas


Cuenta Isabel Urrutia en El Correo que parece que están de capa caída, pero piensan seguir dando mucha guerra. Los Legionarios de Cristo no se achantan ante la iniciativa del Vaticano de someter a inspección todos y cada uno de los centros que tienen en cuatro continentes (América, Europa, Asia y Oceanía). «Esta situación nos ha servido para unirnos más a Cristo y ver con mayor claridad que Él es nuestro único modelo y guía», confiesa Rafael Pardo, portavoz de la congregación en España. En definitiva, que los escándalos de su fundador, Marcial Maciel, no les quitan el sueño. La pedofilia, drogadicción, debilidad por las limusinas y mujeres multimillonarias no bastan para que los Legionarios rompan filas. Muerto Marcial Maciel en enero de 2008, piensan invertir todas su energías en seguir adelante.

Son una piña de 700 sacerdotes y 2.500 seminaristas repartidos por 20 países. Y eso no es todo: también aglutinan a 68.000 miembros de Regnum Christi, el movimiento militante de apostolado que abre brecha para hacer realidad su ideal. «Extender el Reino de Cristo en la sociedad». Así reza su lema. Lo defienden con entusiasmo y pisando fuerte, sin olvidar la encomienda que les dejó Pío XII en 1946: «Debéis ser fuertes, como un ejército dispuesto en orden de batalla; formad y ganad para Cristo a los dirigentes de América Latina y del mundo». Y es que la secularización de la sociedad moderna ya asomaba en el horizonte. Había que contraatacar, y qué mejor que hacerlo con una congregación liderada por un hombre con ansias de hacer Historia.

Maciel era mexicano y había nacido en 1920. Tenía cuatro tíos obispos -uno de ellos, Rafael Guízar y Valencia, fue canonizado en 2006- y una madre que, a día de hoy, va camino de convertirse en santa. No eran malos antecedentes, en teoría. Muchos piensan que, de haber muerto hace quince años, ya se encontraría con un pie en los altares. Apoyos no le faltaban. Su relación con Juan Pablo II era estrechísima y su compromiso sin fisuras con la Nueva Evangelización -la campaña de revitalización de la fe que alentaba Wojtyla- le había granjeado las simpatías de sectores muy amplios del Vaticano.

Y todo eso, a pesar de las acusaciones de pederastia que planeaban sobre su cabeza, siempre repeinada, a juego con el clergyman, los zapatos negros de marca y una mirada escrutadora de iluminado. En los años 50 se tiene noticia de las primeras denuncias por supuestos abusos sexuales en el seminario cántabro de Ontaneda. Un episodio que, por cierto, no sorprendió en la Universidad de Comillas, de la Compañía de Jesús, donde había recalado entre 1946 y 1950. Allí entró gracias a sus buenos oficios con el padre jesuita Francisco Javier Baeza, rector de la universidad, que en principio no veía con malos ojos a aquel jovencísimo mexicano. Después de todo, cualquiera no funda una congregación religiosa con apenas 21 años, como era el caso de Maciel.

Sea como fuere, ciertos rumores alusivos a la relación íntima con sus seminaristas acabaron rompiendo los vínculos con la Compañía de Jesús. Un revés que, no obstante, tampoco le supuso mayor problema. El apoyo del ministro español de Asuntos Exteriores Alberto Martín-Artajo ya le había procurado el favor de familias con mucha prosapia y, sobre todo, dinero. Si algo define la estrategia de los Legionarios es su habilidad para arrimarse a los clanes que mueven los hilos del poder. «Ellos no hablan para nada de la santificación en el trabajo como el Opus. Lo que buscan es acercarse a las élites», subraya José Martínez de Velasco, autor de dos libros canónicos en la materia.

Tanto Los Legionarios de Cristo. El nuevo ejército del Papa (ed. La Esfera de los Libros) como Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo (ed. B) abrieron los ojos de muchos que ni remotamente sospechaban el peso que han alcanzado en nuestro país. Su arraigo ha calado hondo: la Universidad Francisco de Vitoria es suya, tienen cinco colegios -dos en Barcelona, dos en Madrid y uno en Valencia-, seminarios en Salamanca, Ontaneda y Valencia, además del respaldo de políticos del PP como Ángel Acebes y Ana Botella.

Por parte de la Iglesia española, es conocida la simpatía que despiertan en algunos cardenales de perfil marcadamente conservador, ya sean Rouco Varela, Cañizares o García Gasco. Hasta ahora, parece que no les han inquietado las entretelas de una congregación arropada por multimillonarios mexicanos, y quién sabe si ahora empezarán a hacerlo. Lo único claro es que más de un católico piensa que este tema bien se merece una película, que a diferencia de Ángeles y demonios se basaría en la realidad pura y dura.
RD

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