La otra cara de las mujeres, que en lugar de víctimas, muestra personas con iniciativa que mueven el mundo, crean condiciones para su propia vida y la de otras mujeres, permanece oculta a las miradas de los ciudadanos y ciudadanas.
Con frecuencia escuchamos en las noticias y en boca de otras personas casos de mujeres víctimas de violencia o discriminación. Si, además, estas mujeres viven en países en desarrollo, pareciera que son seres pasivos, esperando a que alguien viole sus derechos. Pero existe otra cara de esa realidad.
La solidaridad femenina tiene una de sus manifestaciones en las iniciativas con las que tratan de fortalecer a otras mujeres. Es frecuente que se unan para sumar sus fuerzas y saberes y poder acceder a crédito que les permita emprender proyectos empresariales, unas veces individuales, otras en cooperativas. Cuando estos proyectos tienen éxito, muchas veces se organizan en pequeñas asociaciones, desde dónde gestionan ellas mismas nuevos créditos que aportan a otras mujeres para que puedan realizar sus sueños.
El acceso a nuevas oportunidades requiere mejorar la formación. Por este motivo, en los proyectos de desarrollo no es extraño encontrar muchas mujeres que, tras atender su casa y realizar su trabajo cotidiano se convierten en formadoras de otras mujeres. Esta actividad, en muchas ocasiones voluntaria, aporta conocimientos profesionales que son una puerta para iniciar actividades económicas que repercuten en mejores condiciones de vida, pero también en su mayor autonomía.
En todo el mundo las mujeres tienden a crear redes de apoyo para incrementar la autoestima, el conocimiento de los propios derechos y los recursos para defenderse de la violencia de sus compañeros o de la discriminación de las instituciones. Pero también para hacer de un sueño o una idea, una realidad, un proyecto. Invierten mucho esfuerzo en crear estos vínculos y fomentar una cooperación que les aporta seguridad, conocimiento, sentimiento de grupo y les sirve de ayuda para sacar adelante sus iniciativas. Son espacios de encuentro a los que aportan su tiempo, experiencia y conocimiento. Esa otra cara de las mujeres, la que muestra su incesante actividad, energía, creatividad y un ejercicio constante de solidaridad que no tiene fronteras.
Esther Pino es Vocal de Género de la Coordinadora ONGD-España
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