El Papa aprobó el Camino, lo cual no debe provocar una separación en el ámbito de la comunidad eclesial en la que se inserta cada realidad
ALESSANDRO SPECIALECIUDAD DEL VATICANO
Tuvieron que pasar 15 años, pero al final lo lograron: Francisco José “Kiko” Gómez de Argüello, Carmen Hernández, don Mario Pezzi y los cientos de miles de personas que, en todo el mundo, forman parte del Camino Neocatecumenal, escucharon el sí definitivo de la Santa Sede a su movimiento esta mañana.
El Camino es un «recorrido de iniciación cristiana», un recorrido de fe, destinado, sobre todo, a los adultos que, en los países de tradición cristiana occidentales, fueron bautizados pero después, por así decirlo, lo olvidaron. El movimiento creado por los laicos Kiko y Carmen (como se les conoce amigablemente) tuvo un enorme éxito justo en donde la Iglesia se encuentra en dificultades en este momento: en las grandes ciudades del mundo secularizado, entre los jóvenes que, como le gusta repetir a Kiko, no habrían nunca imaginado entrar a una iglesia.
El sí del Vaticano llega, paradójicamente, con un Papa que, a primera vista, debería ser más escéptico sobre los neocatecumenales.
Muchos de los que en la Iglesia ven con sospechas a los neocatecumenales no se esperaban que habría sido justamente el Papa-teólogo el que acogiera al Camino: pensaban que las “peculiaridades” litúrgicas de la propuesta de Kiko y Carmen (empezando por la “misa convivio”, que celebraron los miembros de la comunidad el sábado pasado sentados a la mesa) no habría obtenido la aceptación del Pontífice que ha querido volver a instaurar en la Iglesia la misa tridentina, ni que el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe habría podido pasar por alto las “impresiciones” teológicas o simplificaciones histórico-doctrinales que, según los críticos, se encuentran en el corpus de las catequesis que marcan la trayectoria del Camino.
En cambio, a pesar del escepticismo, Benedicto XVI (que está concentrando sus esfuerzos de esta fase de su pontificado en la Nueva Evangelización y en el redescubrimiento de la fe en la vidad de los cristianos) prefirió juzgar el árbol por sus frutos, aunque no renuncia a hacer algunas aclaraciones y limar ciertos aspectos del Camino.
El Papa Ratzinger difinió al Camino como « un particular don que el Espíritu Santo ha dado a nuestro tiempo y la aprobación de los Estatutos y del Directorio Catequético son un signo de ello». Lo dijo ante las 7 mil personas que participaron en el encuentro en el Vaticano, tras la aprobación de las celebraciones neocatecumenales.
Para el Papa, con el objetivo de volver a acercar a las personas que se han alejado de la Iglesia a la riqueza de la vida sacramental, las comunidades neocatecumenales pueden « Los neocatecumenales pueden celebrar la Eucaristía dominical en su pequeña comunidad, después de las Primeras Vísperas del Domingo, según las disposiciones del Obispo diocesano».
El de las tensiones con los obispos es un problema que ha tenido varios episodios con el Camino (por ejemplo, el año pasado los obispos de Japón pidieron que Roma detuviera todas las actividades de los Neocatecumenales en el país). A menudo la llegada de las comunidades, guiadas por catequistas o “sacerdotes externos”, rompe los frágiles equilibrios locales de la comunidad católica, sobre todo en los países en los que los católicos son una minoría.
Y es por ello que el Papa ha invitado a los Neocatecumenales a que busquen «siempre una profunda comunión con la Sede Apostólica y con los Pastores de las Iglesias particulares, en las cuales estáis insertados: la unidad y la armonía del Cuerpo eclesial son un importante testimonio de Cristo y de su Evangelio en el mundo en que vivimos».
La “singularidad” de la misa de las comunidades del Camino no es un derecho absoluto: antes que nada, subrayó Benedicto XVI, incluso en las celebraciones comunitarias los Libros litúrgicos « se deben seguir fielmente»; pero, sobre todo, los miembros del Camino, gracias a su «progresiva maduración en la fe», deben (poco a poco) favorecer « su inserción en la vida de la gran comunidad eclesial y, por lo tanto, en las celebraciones ordinarias de la parroquia a la que pertenecen» (es decir, con la participación en las misas dominicales que se celebran en las parroquias). Pero sin olvidar que es importante no separase de la comunidad parroquial precisamente en la celebración de la liturgia, «verdadero lugar de la unidad de todos, donde el Señor nos abraza en los diversos estados de la madurez espiritual y nos hace un único cuerpo».
Para “Kiko”, hoy fue un día histórico para el Camino: «Es lo que estábamos esperando: que la Iglesia reconociese la validez de esta iniciación Cristiana [...] Después de tantos años –añadió–, cómo no podemos estar contentos y agradecer a Dios que, después de tantos sufrimientos y tanto trabajo en todo el mundo, la Iglesia reconozca oficialmente que esta iniciación Cristiana es válida».
Como ha sucedido en otras ocasiones, al final del encuentro con los Neocatecumenales fue el Pontífice en persona a enviar 17 nuevas “missio ad gentes” del Camino: grupos formados por tres o cuatro familias numerosas acompañadas por un sacerdote, que van a vivir a una zona fuertemente secularizada o en donde el Evangleio no ha sido anunciado nunca. Los destinos se encuentran sobre todo en el corazón de Europa: de Francia a Estonia.
Según “Kiko”, la «gente de toda Europa hoy está muy sola». Frente a este “desierto” espiritual, la respuesta del Camino es la de «formar comunidades cristianas en medio de los ambientes más paganos». Como Chemnitz, la que fue una ciudad modelo de la Alemania comunista, en la que el 98% de los habitantes no están bautizados. «El obispo pidió dos “missio ad gentes” –contó el fundador del Camino–, y ya hicieron dos comunidades de paganos, de personas no bautizadas».
Vatican Insider
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