dejar de fumar, ponerse a dieta, ir al gimnasio, aprender inglés… Son -por excelencia- los “grandes clásicos” que nunca mueren y no siempre se cumplen.
Pero pase lo que pase no perdamos la oportunidad -al estrenar el año- de pasar la I.T.V. al corazón (igual que hacemos con los automóviles) y así disponernos a que la esperanza y los buenos deseos puedan cambiar nuestra vida. Son los otros propósitos, menos populares pero maravillosamente efectivos para el cuerpo y el alma:aventurarse a orar un poco más, pensar irremediablemente bien de los demás, no pactar demasiado con la pereza o quizás limpiarnos de los odios acumulados ,abrir las puertas a causas solidarias, cuidar de un amigo roto o luchar con tesón para que algo pueda ir mejor…
Igual hasta logramos que los que nos rodean sean un poco más felices. ¡Gran propósito para un gran año!
GERARSJ
pastoralsj
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