Algo para pensar y orar en esta semana

Continuamos aquí con nuestras reflexiones mensuales sobre el Año de la Fe. En la mente del Papa Benedicto, la esencia de la Cristiandad es una historia de amor entre Dios y nosotras/os. Lo que sucede en lo profundo, es que yo doy mi corazón a Dios, quien ya me ha dado su Corazón a mí. La Fe es un tema del corazón. Es un íntimo encuentro entre Dios y cada individuo. El encuentro entre Jesús y la samaritana, en el capítulo 4 del Evangelio de San Juan, nos ilustra este punto: Jesús ama a esa mujer; si no fuera así no habría actuado como lo hizo. Él se revela a ella, y ella confía en Él y lo ama.

Finalmente su aldea se convierte en una Comunidad Cristiana, con cada miembro recibiendo su propia Fe. Esto coincide con una de las expresiones favoritas del Papa Benedicto: “la nuestra-estructura de Fe”. Llegamos a conocer a Jesús, no a través de una exploración solitaria, sino que junto a la Comunidad Cristiana, la que está encargada de guardar el Misterio del Dios-vuelto-humano en Jesús. Cualquiera que sean las faltas de la Iglesia, ella puede seguir ayudando a las personas a entrar en la relación-amor de la Fe. El Catecismo y la Teología nos pueden ayudar a comprender las intenciones de Dios, y así a alimentar nuestras mentes. Los Sacramentos y la Palabra nos pueden ayudar al encuentro directo con el Cristo de la Fe. Con la Fe viva de la Comunidad Cristiana, podremos recibir el apoyo necesario para nuestro peregrinaje. Así el corazón también es alimentado.

El desafío para la Iglesia es el de revelar “el arte de la vida cristiana”. La Iglesia, dice el Papa, no debe ser lo que buscamos, sino que ser un espejo que refleje a Cristo para el mundo. La Iglesia debe ser una sirvienta de la Fe. En la medida que las instituciones fallan en dar a conocer a Jesús, requieren un examen crítico de sí mismas.

Como miembro de la Iglesia Cristiana, debo preguntarme: “¿En qué forma yo, y mi Comunidad, reflejamos a Cristo y sus valores, a un mundo escéptico?”

Michael Paul Gallagher SJ

Texto: Espacio Sagrado

Fotografía: Roberto Bravo Vidal