Monday, February 11, 2013

Así vivirá el Papa en el monasterio que cuidaron monjas españolas


  • Hablamos con María Begoña Sancho Herreros, la última madre superiora con que ha contado el monasterio 'Mater Ecclesiae' donde se trasladará Benedicto XVI
  • La religiosa asegura que en los últimos años había notado como el sumo Pontífice se había ido debilitando

El día 28 de febrero Benedicto XVI se quitará su ‘mitra papal’ y se
 retirará a Castel Gandolfo, localidad que habitualmente sirve de residencia veraniega a los Pontífices. Permanecerá allí hasta el
momento en que tenga un sucesor, que según ha estimado el
portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, será en fechas próximas
 a la Semana Santa.
Posteriormente se trasladará al monasterio de clausura ubicado
 en los jardines vaticanos. Convivirán así, en unos pocos kilómetros cuadrados, el nuevo pontífice junto con Benedicto XVI. Pese a lo extraordinario de la situación, tal y como ha señalado Lombardi,
 no habrá ningún peligro de “interferencias”. “Estoy seguro de
que Benedicto XVI será capaz y estará atento para evitarlo de
cualquier manera”.
La nueva residencia del Papa será un monasterio de clausura
 llamado‘Mater Ecclesiae’ aunque, ha señalado Lombardi,
Benedicto XVI “será libre de entrar y salir cuando desee”.
El convento nació en 1994 ideado por Juan Pablo II. El objetivo
era crea una comunidad de religiosas contemplativas que
acompañaran con su oración la actividad del Santo Padre y
de sus colaboradores
de la Curia de Roma. Cada cinco años la orden que entraba
en el monasterio iba cambiando, así por sus paredes han pasado
 hermanas carmelitas, benedictinas y clarisas. Las últimas en
habitarlo han sido ocho monjas de la orden de las salesas que
llegaron allí en 2009, siete de ellas procedían de España.
“Nosotras hemos estado hasta el 2012 y ahora había quedado
vacío porque iban a hacer otra reforma para que después fuese
otra comunidad”, explica la última madre superiora del monasterio,
María Begoña Sancho Herreros, que apunta que con su llegada
cambiaron los estatutos para que la permanencia de cada
congregación fuese de tres años.
“Yo pienso que el Papa no estará con otra comunidad de monjas.
 Sería un poco difícil porque es una casa pequeña”, explica a lainformacion.com. El espacio al que se refiere la religiosa fue
construido sobre una antigua residencia de jardineros que se
encuentra sobre una elevación de la colina vaticana.
“Tanto la arquitectura como su localización, sobre una elevación
de la colina vaticana, rememora la soledad y lo sacral de los antiguos eremitorios”, se recoge en la web oficial del Estado Vaticano.
El edificio está dispuesto en cuatro niveles; en los pisos segundo
y tercero hay 12 celdas para las monjas y la biblioteca, mientras
que en la planta baja y sótano, se encuentran la Capilla y el Coro
(reservado para uso exclusivo de las monjas de clausura), la portería
y el locutorio para los visitantes. Un alto seto y una gran verja con
puerta de acceso delimitan el espacio exterior del monasterio, al
que se llega por una rampa hasta un pequeño porche cubierto que
 comunica con la Capilla y la portería.
Fue precisamente en esa capilla donde se produjo el primer
encuentro de las monjas españolas con el Santo Padre. “Fue el
14 de diciembre de 2010, vino a nuestro convento, dio la misa y
luego pasó a la  clausura”, rememora la madre Sancho Herreros,
 “cuando estuvo con nosotras fue amabilísimo y cariñosísimo”.
Sin embargo, la hermana admite que estos tres últimos años había
notado un desgaste en la figura del Pontífice. “La última vez que
nos reunimos con él fue el 14 de octubre de 2012, fuimos nosotras
 a su casa. Noté mucho cambio en él, se le notaba más anciano”.
“Creo que todos los escándalos de pederastia le han tenido que
 impresionar muchísimo y que ha tenido que hacer sufrir mucho”
apunta la hermana. “Las dos veces que se reunió con nosotras
 mejor, imposible, pero la segunda vez lo notaba cansado y que
 los años iban pasando”. 
La Información


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