El hondureño Maradiaga guía la fuga de los “no candidables”: “No soy apto, no hay tiempo para uno mismo”
GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO
“Es un trabajo implacable, no soy adecuado”, indicó el salesiano Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. La decisión del Papa Benedicto XVI empieza a tener seguidores. Y así, por el Sacro Colegio se contagia la “fuga”. Pero, aparentemente, no es una novedad.
En el manual de buenas costumbres del conclavista, de hecho, definirse “no candidato” corresponde a una prudencia secular, una “pretáctica” madurada en los Palacios Sacros. Los tonos afelpados y el carácter de servicio de los encargos eclesiásticos de la Ciudad Eterna se manifiestan con declaraciones antipersonales. Incluso porque, como indica la sabiduría popular, “el que entra Papa a la Sixtina, sale cardenal”, como le pasó tres veces al súper favorito Giuseppe Siri. Entre más se ambiciona una meta, hay que ser mucho más cauto al dar cada paso, sin revelar las ambiciones o los proyectos en mente. Pero esta vez hay un factor novedoso que cambia el lenguaje y el contenido de los encuentros formales pre-Cónclave. Es decir, un Pontífice que renuncia porque sus fuerzas ya no son las mejores para ejercer “de forma adecuada el ministerio petrino”.
El efecto-emulación es inmediato entre los cardenales que podrían ser elegidos como su sucesor. “Yo no me siento apto” para ser Papa, porque “es un trabajo implacable, sin descanso, en el que no se tiene tiepo para sí mismo, porque todo se concentra en el bien de la Iglesia”. Da un paso hacia atrás el cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga que, como en 2005, es una de las figuras de la lista de los “papables”.
El “modelo Ratzinger” de la humilde resolución ante la titánica tarea de guiar el timón de la barca de Pedro se vuelve un gesto automático en la hipótesis de una posible candidatura a la sucesión. Rodríguez Maradiaga se explica mejor: “Es una cosa que nadie puede desear humanamente, es algo que viene de la voluntad de Dios, que se expresa a través de la decisión del Colegio de los cardenales, por lo que solo aspirar a ella te descalifica”. También el cardenal chileno, Francisco Javier Errázuriz excluye su candidatura, subrayando que “es otro el camino que tengo ante mí”. El presidente de los obispos italianos, Angelo Bagnasco, también considerado “papable” entre sus compatriotas, advierte: “No hacemos caso de las hipótesis, los pronósticos, las conjeturas que se harán en estos días. Rezamos, con la mirada fija en Jesús, para que la Iglesia siga su historia de fidelidad a Cristo y al hombre”.
Desde siempre, la expresión “no soy digno” es el leitmotiv de todos los que compiten en la elección del nuevo Pontífice. “Non sum dignus”, o bien “mis hombros son demasiado débiles para sostener el peso de la Iglesia universal”. Diferentes formas de un mismo discurso. Incluso para los puestos en la Curia es una práctica común definirse públicamente “poco adecuado” ante los rumores de un inminente nombramiento. El célebre diplomático pontificio Domenico Tardini, que habría sido Secretario de Estado de Juan XXIII, llegó incluso a parodiar la hipótesis, en realidad siempre deseada, de recibir la púrpura cardenalicia. De la misma manera, incluso el líder de la Iglesia estadounidense, el arzobispo de Nueva York Timothy M. Dolan, se excluye de entre los “papables”: “Es muy improbable que yo sea tomado en consideración”.
En el manual de buenas costumbres del conclavista, de hecho, definirse “no candidato” corresponde a una prudencia secular, una “pretáctica” madurada en los Palacios Sacros. Los tonos afelpados y el carácter de servicio de los encargos eclesiásticos de la Ciudad Eterna se manifiestan con declaraciones antipersonales. Incluso porque, como indica la sabiduría popular, “el que entra Papa a la Sixtina, sale cardenal”, como le pasó tres veces al súper favorito Giuseppe Siri. Entre más se ambiciona una meta, hay que ser mucho más cauto al dar cada paso, sin revelar las ambiciones o los proyectos en mente. Pero esta vez hay un factor novedoso que cambia el lenguaje y el contenido de los encuentros formales pre-Cónclave. Es decir, un Pontífice que renuncia porque sus fuerzas ya no son las mejores para ejercer “de forma adecuada el ministerio petrino”.
El efecto-emulación es inmediato entre los cardenales que podrían ser elegidos como su sucesor. “Yo no me siento apto” para ser Papa, porque “es un trabajo implacable, sin descanso, en el que no se tiene tiepo para sí mismo, porque todo se concentra en el bien de la Iglesia”. Da un paso hacia atrás el cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga que, como en 2005, es una de las figuras de la lista de los “papables”.
El “modelo Ratzinger” de la humilde resolución ante la titánica tarea de guiar el timón de la barca de Pedro se vuelve un gesto automático en la hipótesis de una posible candidatura a la sucesión. Rodríguez Maradiaga se explica mejor: “Es una cosa que nadie puede desear humanamente, es algo que viene de la voluntad de Dios, que se expresa a través de la decisión del Colegio de los cardenales, por lo que solo aspirar a ella te descalifica”. También el cardenal chileno, Francisco Javier Errázuriz excluye su candidatura, subrayando que “es otro el camino que tengo ante mí”. El presidente de los obispos italianos, Angelo Bagnasco, también considerado “papable” entre sus compatriotas, advierte: “No hacemos caso de las hipótesis, los pronósticos, las conjeturas que se harán en estos días. Rezamos, con la mirada fija en Jesús, para que la Iglesia siga su historia de fidelidad a Cristo y al hombre”.
Desde siempre, la expresión “no soy digno” es el leitmotiv de todos los que compiten en la elección del nuevo Pontífice. “Non sum dignus”, o bien “mis hombros son demasiado débiles para sostener el peso de la Iglesia universal”. Diferentes formas de un mismo discurso. Incluso para los puestos en la Curia es una práctica común definirse públicamente “poco adecuado” ante los rumores de un inminente nombramiento. El célebre diplomático pontificio Domenico Tardini, que habría sido Secretario de Estado de Juan XXIII, llegó incluso a parodiar la hipótesis, en realidad siempre deseada, de recibir la púrpura cardenalicia. De la misma manera, incluso el líder de la Iglesia estadounidense, el arzobispo de Nueva York Timothy M. Dolan, se excluye de entre los “papables”: “Es muy improbable que yo sea tomado en consideración”.
Vatican Insider
1 comment:
Por aquí, y en otros ámbitos públicos, cada vez que alguien dice que no soy capaz es por que si quiere ser. Esta voluntad también en la Iglesia Católica?
Abrazo!
Sonia
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