Son las palabras que pronunció ayer el rector mayor de los Slaesianos, don Pascual Chávez Villanueva
DOMENICO AGASSO JRTURÍN
«Mientras agradecemos al Señor por el don que ha dado a la Iglesia y al mundo en este padre, maestro y amigo de los jóvenes, estamos invitados, como hijos suyos, a profundizar cuál ha sido el secreto de su éxito educativo y pastoral entre los jóvenes, al grado de convertirnos en santos educadores y educandos». Son las palabras que pronunció don Pascual Chávez Villanuena, rector mayor de los Salesianos, al inicio de la homilía en la Solemne Concelebración por los jóvenes del Movimiento juvenil salesiano, en el día de la Fiesta del fundador San Juan Bosco (31 de enero).
«Lo hacemos –prosuguió el sucesor del Santo– en este segundo año del trienio de preparación al bicentenario de su nacimiento (2015, ndr.), en el que nuestro compromiso es el de contemplarlo justamente como educador, con la tarea de estudiar su experiencia educativa, actualizarla en el contexto social y cultural de nuestros tiempos, y de hacer nuestra su experiencia espiritual en Valdocco» (Turín, la “cuna” del carisma salesiano, en donde fue celebrada la Misa).
«Después de haber visto el año pasado –siguó– que don Bosco se sintió llamado a ser un pastor amoroso y que cuidara a los jóvenes, sobre todo a los más “pobres, necesitados y en peligro”, nos preguntamos: ¿qué les ofreció don Bosco?” La respuesta es: “el Evangelio de la Alegría”».
En parte, explicó don Pascual Chávez Villanueva, porque como conocía «el corazón de los jóvenes, sabía muy bien la importancia para ellos de la alegría y el deseo de felicidad, en parte porque había comprendido bien el “Discurso de la Montaña”, en el que Jesús con las Beatitudes presenta su Evangelio como un programa de felicidad, y que San Pablo interpretó muy bien al dirigirse a su comunidad de filipenses: “Alégrense siempre en el Señor”, y que él traducía con su “Quiero que sean felices siempre, en el tiempo y en la eternidad”».
Vatican Insider
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