Historias reales de gente real
Segunda semana: nuestra forma de utilizar la energía y los recursos
El monasterio de Poblet (Tarragona), construido en el s. XII, se ha embarcado en una reforma medioambiental que los monjes llaman “conversión ecológica”. La energía solar no sólo se usa para caldear sino también para alumbrar el recinto. El consumo de agua se ha reducido un 90% y se ha recuperado el huerto, que se cultiva de forma ecológica. “Después de nosotros tiene que venir otra generación y otra y otra y tiene que poder gozar de las mismas condiciones que hemos vivido nosotros”, comenta el prior, P. Lluch, verdadero artífice de esta conversión. La comunidad aprobó las reformas en 2009 tras dos años de reflexión. “La vida cisterciense ha cuidado mucho la dimensión ambiental. Esta preocupación conecta con una tradición rica de servicio a la sociedad, que hoy es un servicio más valioso cuando los valores de la naturaleza no se están apreciando como se deberían. En ese sentido, Poblet puede ofrecer un testimonio muy valioso para la sociedad”, manifiesta el abad, P. José.
De la vida monástica pasamos al mundo de la educación. Aitor, Oscar y Cecilio son los coordinadores de “Ekomarias“, la organización para el Medio Ambiente del colegio Santa María (marianistas) de Vitoria-Gasteiz. El colegio lleva años comprometido en la Agenda 21, un plan de acción para trabajar por la calidad ambiental y la sostenibilidad. Entre otras actividades, se analizan con los alumnos los impactos ambientales del centro y se proponen medidas correctoras: consumo de agua, luz, gas, papel… «Lo importante es darnos cuenta de que todos ganamos –comenta Aitor–. Nosotros en conciencia ecológica y contexto más saludable. El medio ambiente local y global también se beneficia. Y, por otra parte, también en ahorro económico para el centro». Además del certificado de la Norma Ekoscan, el colegio realizó una dura auditoría ecológica por parte de los técnicos del Gobierno Vasco. «La preparación de dicha visita fue el trabajo de varios meses, sobre todo porque tuvimos que dirigir la mirada hacia el interior y cuestionar varios aspectos de nuestra educación medioambiental: qué tipo de trabajo hacemos, si ese trabajo es el adecuado, si vamos por el buen camino, en qué fallamos…» El comité evaluador concedió finalmente la certificación de “Centro sostenible”.
Y del mundo de la educación, a la vida doméstica. Quique y Cris son una pareja de Barcelona que decidieron formar parte de la joven cooperativa de suministro eléctrico SomEnergia. «Consumiendo de las grandes eléctricas apoyábamos la concentración de la riqueza y éramos cómplices de sus malas prácticas sociales y ambientales, principalmente en Latinoamérica, Para nosotros es importante cómo consumimos, y no queríamos dejar a un lado la electricidad», explican.
Esta cooperativa favorece la generación local y el ahorro energético; además el 100% de la energía que comercializa es renovable. SomEnergia funciona a través de una asamblea y de grupos de trabajo en los que cualquier socio puede participar. Aunque de momento es una cooperativa modesta, su crecimiento está siendo vertiginoso: en diciembre de 2010 se constituyó formalmente la cooperativa y dos años después ya eran 4.200 socios. Cada vez hay más personas, como Quique y Cris, que se suman a la energía sostenible.
Carlos es un arquitecto comprometido con el medio ambiente. En su propio estudio de Madrid ha adoptado técnicas alternativas al aire acondicionado, basadas en la inercia térmica y la ventilación nocturna. Se trata de un antiguo sistema bioclimático que los madrileños de antaño conocían bien. Una de las claves es el balcón de diez hojas: cuatro hojas exteriores con celosías orientables, dos hojas intermedias de vidrio y cuatro hojas interiores de contraventanas macizas. Unos sencillos herrajes permiten mantener abiertas las celosías para que por la noche la masa del interior se enfríe.
Por la mañana, el piso está bien fresquito; entonces es importante cerrar las hojas de vidrio, para que el frescor acumulado en los muros durante la noche mantenga la temperatura a niveles razonables. Por la tarde, unos ventiladores de baja potencia hacen circular el aire interiormente, manteniendo el confort. Carlos demuestra así que es posible climatizar nuestros ambientes con sensatez y ahorro energético.
Ester y Chema (Valencia) han iniciado la experiencia de vivir un año sin coche propio como paso previo a una posible decisión de renunciar definitivamente a él. «Nuestra situación vital actual nos lo permitía y antes de decidir la compra de un coche nuevo, hemos optado por parar y ver si de verdad lo necesitamos. Nuestra motivación ha sido en parte económica, pero la razón más importante ha sido el explorar una forma de vivir más sostenible». El tranvía sustituyó al coche para ir al trabajo. Los autobuses y trenes de cercanías han resuelto también muchos de los desplazamientos al pueblo, a la playa… También comparten coche y gastos con amigos en los desplazamientos comunes. El coche de los padres de Ester y el alquiler completan las opciones de uso del coche (entre dos y tres veces al mes). Pero la historia no acaba aquí. El dejar de tener coche va cambiando su forma de vivir. «Sin coche somos más dependientes. Nos vamos haciendo más pacientes, más conformados. Compartimos espacios con personas con menos medios económicos y eso te hace menos elitista. Pedimos más favores y, al devolverlos, hacemos más tupida nuestra red de solidaridad. Nada de esto estaba en nuestra mente cuando decidimos darnos este año de reflexión.»
Fede también vive en Valencia y es habitual que haga viajes a Madrid para atender algunos de sus proyectos y compromisos, pero al mismo tiempo es sensible al impacto ecológico del transporte y a la desarticulación de nuestro tejido social. Pues bien, en las iniciativas de coche compartido Fede ha encontrado una manera de responder a sus viajes de forma responsable. Al planificarse un viaje acude a páginas web de coche compartido o grupos de facebook y queda con otra gente que el mismo día vaya al mismo destino. Así, comparte coche, los gastos del trayecto y un fantástico tiempo para conocer a gente. «Me ahorro dinero, le ahorro CO2 a la atmósfera y en todos los viajes mantengo conversaciones interesantísimas». Y añade «En los trenes y autobuses la gente ni te mira a la cara, en un coche compartido antes de arrancar te presentas con una sonrisa de agradecimiento y complicidad». Algunas/os conocidas/os le preguntan si no teme subirse a un coche con un desconocido, pero tiene claro que ése desconocido es «una oportunidad para el encuentro con Dios en el hermano».
Óscar es de Barcelona. Cuando cumplió 18 años hizo como muchos otros: sacarse el carnet de conducir y compartir el coche de su hermana. «Para mí era hacerme mayor, ir a la universidad con vehículo particular». Un año después ya estaba cansado del tráfico de la ciudad. De modo que empezó a ir en bicicleta a la universidad, a trabajar, al centro, de paseo, etc. «Era sorprendente comprobar que iba más rápido que los autobuses, me ahorraba el billete, y ahorraba CO2 a la ciudad». Óscar dice no poder separar sus momentos más felices de juventud de las noches de verano paseando en bicicleta con amigos. «Invité a un par de compañeros de clase a pasear por la noche en vez de salir de fiesta. Poco a poco se fueron sumando más y más». Además afirma que «No conocí realmente mi ciudad hasta que la recorrí, casi por todas sus calles en bicicleta». Alternando el transporte público y la bicicleta, dice poder llegar hasta prácticamente cualquier lugar. Está muy contento de poder moverse mucho por su ciudad sin expulsar más humos a la atmósfera, y que ello debe transmitirlo. «Al poco de entrar a trabajar en el colegio donde estoy, pregunté si podía ir en bicicleta y aparcarla dentro. La solución no pudo ser mejor: el balcón de Primaria, lugar desde el cual es visible desde todo el patio del colegio. Los niños saben que es mía, y que intento siempre que puedo ir en ella al cole».
La bicicleta no es sólo un medio de transporte personal; también puede ser el que utilicen empresas y organizaciones. Grupo La Veloz es una cooperativa de trabajo asociado que desde el año 1993 trabaja en Zaragoza en proyectos económicamente viables, ecológicamente sostenibles y socialmente justos. Entre sus actividades ofrece un servicio de mensajería urgente para el que cuenta con bicicletas y vehículos limpios para el reparto. En 2004, la Cooperativa incorporó la venta de bicicletas y accesorios y taller de reparación a través de la tienda taller Recicleta.
Podríamos seguir contando muchas más historias reales de personas que han empezado a utilizar la energía de forma más sostenible. Y lo impresionante es comprobar cómo todos ellos han encontrado, además, ventajas positivas en su ritmo de vida, en la salud, en la relación con los demás y con la Naturaleza. “Lo importante es darnos cuenta de que todos ganamos”. Quien lo prueba lo comprueba.
¡Gracias, Señor! Gracias una vez más por todas las personas que van cambiando su estilo de vida.
Gracias por la vida que descubrimos en sus ojos, en su entusiasmo, en su actitud.
Gracias porque personas así nos ayudan a descubrir que es posible un mundo en el que “todos ganamos”.
Y que no es tan difícil, sobre todo si tú caminas con nosotros.
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