Saturday, March 16, 2013

En Budapest, desde el convento del jesuita secuestrado: «Estoy reconciliado»



El padre Jalics: «Que Dios bendiga al Papa Francisco»
FRANCESCO MOSCATELLI (VATICAN INSIDER)

«¿El padre Francisco? No aquí no hay ningún padre Francisco». «¿Cómo? ¿El padre Franz? Tampoco». «¿Jalics? Aaaahhh…. Está usted buscando a Ferenc. Sí, aquí está, viene a menudo a visitarnos». Jan Hornyak apaga el quitanieve y el bosque que rodea la Casa Manreza en Dobogók, minúscula localidad de deportes invernales cerca de Budapest, cae en un silencio ancestral.
 
 
Una tormenta de nieve está azotando Hungría desde hace más de 48 horas. El transporte está paralizado y a lo largo de las calles hay muchos coches atrapados en medio del hielo. «Esta es una casa de jesuitas; yo ayudo con algunos trabajillos por aquí y por allá –explica Jan en una mezcla de húngaro, italiano y el lenguaje universal de los gestos. Estamos muy contentos por la elección del Papa Francisco. El padre Ferenc y el padre Péder vivieron en Argentina y lo conocen muy bien». Y, como para subrayar lo que quiere decir, entreteje el índice con el medio: «Amigos».
 
 
Ferenc es el nombre de bautismo del padre Francisco Jalcis, uno de los jesuitas que en 1976 fueron secuestrados, torturados y encarcelados durante 5 meses por el régimen del general Videla. Según el periodista argentino Horacio Verbitsky este crímen fue cometido sin que Jorge Mario Bergoglio, entonces superior de los jesuitas argentinos, hiciera nada para liberarlos. Nunca hubo ningún vínculo entre el cardenal Jorge Mario Bergoglio y la dictadura militar argentina, dijo el portavoz del Vaticano, el también jesuita Federico Lombardi; se trata de una campaña de desprestigio «calumniosa y difamatoria», de evidente «matriz anticlerical».


Jalcis, de 86 años, es el único protagonista con vida que podría contar cómo sucedió la historia. Su amigo y compañero jesuita Orlando Virgilio Yorio murió en 2000. Desde hace más de 30 años, el padre Ferenc vive en Alemania, en donde fundó la Haus Gries, lugar de oración y meditación entre los bosques de Baviera. Hace dos semanas volvió a su tierra natal, rodeada del silencio blanco de la nieve. Casa Manreza tiene dos edificios de piedra, uno para la oración y para las actividades; en el otro están el comedor y las habitaciones de los huéspedes. En el atrio, sobre un baúl, hay un ejemplar en alemán de “L’Osservatore Romano”. Se trata de la última edición del miércoles, antes de la elección del nuevo Papa. Parece que nadie lo ha leído. El padre Vizi Elemér, de 39 años, confirma que el padre Jalcis está en la casa, pero «no quiere recibir a nadie. Está preparando un texto para explicar su postura. Nos pidió que no dijéramos nada...».
 
 
El comunicado fue publicado ayer en el sitio jesuiten.org: «Estoy reconciliado con aquellos eventos y, para mí, la historia está clausurada. Vivía desde 1957 en Buenos Aires y en 1974, con el permiso del arzobispo Aramburu y del entonces provincial Jorge Mario Bergoglio, me mudé con un hermano a una “favela”. Nosotros dos no teníamos contactos ni con la junta ni con la guerrilla. Por falta de información y por falsas informaciones que fueron ofrecidas sobre nuestra posición hubo un malentendido incluso en la Iglesia. Durante aquel periodo perdimos el contacto con uno de nuestros colaboradores laicos, que se había unido a la guerrilla. Después de su arresto y con su interrogatorio por parte de los militares de la junta, que fue nueve meses más tarde, estos últimos supieron que había colaborado con nosotros. Por este motivo fuimos arrestados [...] Después de un interrogatorio de cinco días, el oficial que lo había dirigido se despidió con estas palabras: “Padres, ustedes no tienen culpas y me comprometeré para que puedan volver a los barrios pobres”. A pesar de ese compromiso permanecimos encarcelados, inexplicablemente, durante otros 5 meses, con los ojos vendados y con las manos amarradas».
 

En cuanto a las polémicas de estos días, Jalcis parece querer alejarse lo más posible: «No puedo tomar ninguna posición con respecto al papel de Jorge Mario Bergoglio. Después de nuestra liberación me fui de Argentina. Algunos años después tuve la posibilidad de hablar de aquellos hechos con el padre Bergoglio, que ya había sido nombrado arzobispo de Buenos Aires. Después de aquel encuentro, celebramos juntos una misa pública y nos abrazamos solemnemente. Deseo la rica bendición de Dios para el Papa Francisco». 

Vatican Insider


No comments: