El actual papa Francisco vivió durante su juventud en el Centro de Espiritualidad Loyola, en Chile; era un joven novicio que aspiraba a ser sacerdote
SANTIAGO, Chile, mar. 22, 2013.- A 22 kilómetros de la capital de Chile se encuentra el Centro de Espiritualidad Loyola, un hermoso complejo estilo colonial construido hace 80 años en la comuna rural de Padre Hurtado.
A mediados del siglo XX se congregaban en este lugar cientos de aspirantes a sacerdotes de todo el continente americano, entre ellos un joven novicio argentino llamado Jorge Mario Bergoglio, el actual papa Francisco.
El presbítero Juan Valdés no esconde su entusiasmo al mostrar las dependencias del recinto que ocupó por cerca de dos años el actual pontífice, entonces estudiante del ciclo juniorado, que es la formación humanista de los jesuitas donde cursan ciencias clásicas, historia, literatura, latín y griego. Jorge Mario Bergoglio ingresó en el año de 1961, cuando apenas tenía 23 años.
"Fue emocionante pero con contradicciones internamente, porque realmente no es lo propio de nuestra vocación, ni ser obispos, ni cardenales, ni mucho menos el ser papa", explica Juan Valdés, vicario de la Parroquia San Ignacio de Loyola.
Tal como en la época en que allí vivió el actual pontífice, en el lugar predomina el silencio, amplificado por extensos pasillos de baldosas, escaleras de piedra y puertas de madera que apenas resuenan.
"Él era un hombre bastante chispiante a pesar de ser tímido al mismo tiempo, él tenía un cierto sentido del humor. Era un hombre muy de Dios, de mucha vida de oración, pero al mismo tiempo con los pies bien puestos en la tierra", agrega Juan Valdés.
El actual papa ocupó los dormitorios del ala norte del edificio. Se trata de pequeñas habitaciones donde, además de las camas, había sencillos escritorios de madera. El único objeto de entonces que se puede apreciar en las habitaciones es una pequeña cruz de madera, la que veló los sueños por más de mil noches del papa Francisco.
El presbítero Juan Valdés explica que como a todos, a Jorge Mario Bergoglio le tocó lavar platos, trapear pisos, servir la mesa, asear la casa, etc.
Los almuerzos o cenas no eran un momento de recreación para los jesuitas, sino que se debía comer en silencio. En ese instante, un estudiante leía alguna escritura o alguna reflexión, mientras sus compañeros se alimentaban.
Juan Valdés considera que el papa Francisco reimpulsará la labor social de la Iglesia.
"Sí, no me cabe duda que su opción está por los excluidos especialmente, que son tantos en nuestro mundo y un escándalo que vivamos tan distantes de los más excluidos de la sociedad".
Durante el día, los alumnos tenían una hora para la reflexión, momento en que oraban. Muchos se iban a la capilla principal, donde aún hay figuras que se encontraban en la época de Bergoglio, como una de Jesucristo y otra de la Virgen María.
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