Los medios de comunicación han difundido y comentado, durante la semana pasada, una información que ha sorprendido a unos y a otros ha indignado. Dicho en pocas palabras, se trata de que en una parroquia de Madrid han cambiado el párroco. Y resulta que el nuevo responsable de la parroquia ha tomado la decisión de que un local importante de la parroquia se dedique, no para atender a los pobres (que eran las personas que allí se atendía), sino que ahora ese mismo local servirá para enseñar catequesis.
Creo que no es ninguna exageración decir que, para el nuevo párroco, es más importante la religión que el evangelio. Y confieso que, ante este hecho y aceptando, por supuesto, que el nuevo párroco ha tomado esta decisión con la mejor intención del mundo, no me puedo callar. Porque veo y palpo que, tal como vienen funcionando las cosas en determinados sectores de la Iglesia, efectivamente la religión ha suplantado al evangelio o, al menos, ocurre que son muchas las personas para quienes las prácticas religiosas son más determinantes que las bienaventuranzas, la atención a los pobres y enfermos..., lo que sabemos que hacía Jesús. Ahora bien, lo digo sin complejos ni censuras: mientras en la Iglesia las cosas sigan así, la Iglesia será un obstáculo muy serio para que la gente crea en Dios, acepte la misión de la Iglesia y, sobre todo, busque identificarse con el Evangelio. Y lo repito: digo estas cosas porque nuestra esperanza tiene que estar puesta, no en la observancia de la religión, sino en la fidelidad al Evangelio. Y si es que estoy equivocado, por favor, que me corrija quien tenga que corregirme.
José María Castillo
Teología sin censura
RD
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