Buen día de San José a todos los padres. Patrono de la Iglesia, custodio de Jesús y de la Virgen María. Hoy es un día doblemente especial, con la misa del pontificado de Francisco. Por muy sencilla que quiera ser la misa del Papa, la liturgia marca el camino, se necesitaría una reforma para cambiar lo que está tan milimétricamente pensado. Todo tiene su sentido y su función. Pero a los ojos del mundo queda como una ceremonia llena magnificencia.
Sin embargo la homilía de Francisco ha sido sencilla, clara, diáfana. Custodiar la creación con amor. Estamos llamados a custodiarnos unos a otros. Magnifica propuesta franciscana: “Que allí donde haya odio ponga yo amor”. Ese canto de humildad y servicio proclamado para todos, resonaba entre líneas junto a las palabras del Papa.
Pedir la oración y la bendición de Dios para este cometido es algo consustancial al creyente. Deseamos la paz y la reconciliación en un mundo dividido por el odio, el orgullo y el egoísmo. Deseamos el bien por encima del pecado que nos arrastra al mal.
Bella solemnidad la de San José, junto al inicio del pontificado de Francisco, qué mejor auxilio que el del padre de Jesús, para comenzar de nuevo a dar esperanza al mundo. Esas palabras de abrirnos a la esperanza del bien, tocan la fibra más íntima de cada creyente.
Fiarnos de Dios y seguir caminando pese a las dificultades confiados en la fuerza del Espíritu que nos acompaña, siempre que estemos dispuestos a abrirnos a los demás. Rogamos pues por todo el mundo y por toda la humanidad proclamando la civilización del amor.
Qué bella propuesta para la humanidad. Vencer el mal con el bien. Sabiendo de quien nos hemos fiado. Un día espléndido en Roma, con sol primaveral para encomendar a los fieles la gran tarea del Evangelio. Id y predicar a todo pueblo y nación. Y hoy gracias a los medios de comunicación, podemos gozar de la presencia del Papa en cada casa del mundo. Gracias a ello, hemos recibido en directo sus palabras.
Realmente Francisco ha hecho posible que lo más elemental fuera proclamado al orbe, el amor de unos a otros, el deseo del bien, el cuidado a la naturaleza, la esperanza de una fe que nos guía incluso en los momentos de máxima oscuridad.
Felicito desde aquí al Papa Francisco por su claridad y sencillez. Le deseo un pontificado franciscano, amoroso, tierno con todos. Que el Señor que nos guía le acompañe siempre. Oraremos por ello en cada rincón del mundo, en cada eucaristía proponiendo la economía del bien común. Deseando lo mejor para toda la humanidad.
Ojalá el mensaje llegue a todos los corazones. Se trata de la teología del amor, la más apreciada por el cristianismo, la única capaz de cambiar el mundo, la que construye la Iglesia desde hace dos mil años, la que la trasforma como escuchó el poverello de Asís de rodillas ante el crucificado. La que impulso la renovación de la vida religiosa y la regeneración de la misma Iglesia de manera providencial, como siempre suceden las cosas de Dios.
Confiemos que en este pontificado que se inicia en la solemnidad de San José, podamos hacer llegar al mundo ese mensaje de amor capaz de transformar todas las estructuras.
Carmen Bellver
Diálogos sin frontera
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