Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todos somos peregrinos. "sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré." (Gén. 12, 1 ss)
Sunday, March 17, 2013
Meditación desde Buenafuente para el Quinto Domingo de Cuaresma (17-Marzo-2013) por Ángel Moreno
Angel Moreno
Lectura
“No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo” (Is 43, 18-19).
-«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»
Ella contestó: -«Ninguno, Señor.»
Jesús dijo: -«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.» (Jn 8, 10-11)
Comentario
El contraste entre los dos textos nos desvela el origen de toda novedad: el perdón y la misericordia divina. Por culpa de nuestros egoísmos, nuestro corazón llega a ser páramo y estéril desierto, pero se puede convertir en fresquedal colmado de lozanía, gracias a la mirada compasiva del Señor.
Desde la altura que alcanzamos en el recorrido del tiempo cuaresmal en este quinto domingo, llamado de Pasión, comprendemos cuál es el secreto para avanzar en el seguimiento: dejarnos perdonar, convertirnos de pecadores en seguidores por ser testigos directos de la mirada entrañable del Señor.
Ante el texto del evangelio de San Juan que hoy se proclama, cabe la resonancia de otro pasaje del evangelio de San Lucas: “Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra». Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados»” (Lc 15, 47-48). No es nuestro perfeccionismo lo que nos alcanza la santidad, sino la misericordia divina. Recordamos el tríptico: “Sed perfectos”; “sed santos”; “sed misericordiosos”.
Nunca deberíamos dudar del ofrecimiento del perdón. Se lee en el profeta Isaías: “Venid, pues, y disputemos - dice el Señor -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán” (Is 1, 18). “Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión” (Lc 15, 7).
Desde la experiencia de la gracia, se comprende el canto del salmista: “Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas” (Sal 125).
Puntos de reflexión
¿Te acercas al sacramento del perdón? ¿Tienes experiencia agradecida de poder volver a empezar, gracias al regalo de la misericordia divina?
Ciudad Redonda
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