La gran mística Santa Teresa de Ávila, nos dice que en el Cantar de los Cantares, el Señor enseña a nuestras almas a orar. Podemos, dice ella, hacer nuestra la Oración de la Novia.
Fue una revelación mi reacción a la experiencia de rezar el Cantar de los Cantares por primera vez. Debo decir que lo sentí completamente ajeno a mí: casi chocante en sus imágenes de amor, deseo y tacto:
“Desfallezco de amor.
Su izquierda se desliza bajo mi cabeza,
y su derecha me abraza.”
Pero quizás Teresa tenía razón, y éste es el lenguaje que Dios desea que hable nuestra alma. Esto significaría que debemos cambiar radicalmente nuestra percepción de lo que es verdaderamente amar y ser amada/o por Dios. La delicia alborozada en la Presencia de Dios, no es el privilegio de los místicos, no es inaccesible para las personas que viven la realidad cotidiana de la vida. La oración como una búsqueda apasionada, como desolación ante la ausencia del ser amado, y como éxtasis al encontrarlo – ésta forma de oración no sólo es posible para todos nosotros, sino que es la forma que Dios, Él con un amor apasionado por nosotras/os, desea escuchar de nuestra parte.
Espacio Sagrado
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