El entrenador del equipo es pastor de una iglesia evangélica y la buena química en la plantilla se basa en que la mayoría de los jugadores cree en Jesús.
Golden State Warriors, franquicia de Oakland que juega en la NBA, está en Los Angeles. Es domingo, y al día siguiente tienen uno de los últimos partidos de la pretemporada. Mark Jackson, el entrenador del equipo, decide dar a sus jugadores el día libre. Pero casi toda la plantilla, en vez de quedarse descansando en el hotel, coge el autocar para asistir a la iglesia que pastorea Jackson.
Una de las estrellas de la franquicia, David Lee, renovó ese día su compromiso con Dios. El rookie Draymond Green despidió el culto con una oración.
Cada pabellón de la NBA tiene una capilla donde los jugadores de los dos equipos que jugarán esa noche pueden ir antes del partido para hacer un pequeño estudio bíblico. Para los Warriors, eso se ha convertido en algo habitual, y 10 de los 14 integrantes de la plantilla asisten regularmente a estos cultos.
Mark Jackson es pastor evangélico de la iglesia True Love Worship Center International , en California. Desde que aceptó el puesto de entrenador en los Warriors, en 2011, Jackson compagina los dos oficios . Muchos domingos, esté donde esté, el preparador no tiene problemas en coger un avión para ir a predicar a su iglesia. Y lo verdaderamente interesante es que su manera de vivir se ha visto reflejada en las vidas de sus jugadores.
Muchos dudaron de su potencial para llegar a Playoffs. Más aún cuando las lesiones llamaron a la puerta y Rush, Bogut y Curry se perdieron unos cuantos partidos. Pero los Warriors se apoyaron en su fe y han llegado donde querían estar. “Cuando la gente duda, ¿qué harás si no te apoyas en algo diferente al baloncesto?”, dice Jefferson. “Debes tener fe. Fe en algo grande, en el Creador. Y nosotros tenemos fe”.
DE LA FE EN JESÚS A LA ESPERANZA DE LOS AFICIONADOS
La llegada de Jackson a Golden State Warriors dio esperanza a los aficionados de Oakland. La franquicia solo se había clasificado una vez para los Playoffs (2007) desde 1994, y el equipo se encallaba cada temporada en las últimas plazas de la Conferencia Oeste. Pero Jackson no solo revolucionó el juego de los Warriors. También ha cambiado a los jugadores. “Es increíble cómo vive su fe en Jesús”, dice el pívot David Lee.
“El pastor” sólo ha necesitado dos temporadas para que en la bahía de San Francisco los aficionados vuelvan a disfrutar de la postemporada NBA. Y el fuerte de este equipo es la química que hay entre los jugadores. Sin duda, la fe en Jesús que une a muchas de las personas que hay en el vestuario de los Warriors ha contribuido a este buen carácter entre compañeros.
“Esto es extremadamente extraño, especialmente en la NBA”, dice Jarrett Jack, base del equipo que está disputando su séptima temporada en la liga. “En la universidad, puedes escoger dónde irás y qué compañeros tendrás, pero aquí eres lanzado a un equipo y debes intentar integrarte en él”.
Jackson suele usar pasajes de la Biblia en sus ruedas de prensa, sus charlas… Es un hombre que usa la palabra de Dios para la vida diaria. “Así es como soy”, dice el entrenador de los Warriors. “He visto a gente sobreponerse, lograr sus objetivos, recuperarse… todo gracias a la Palabra. He visto que este método ha servido en mi vida. ¿Por qué no usarlo en el baloncesto?”.
“Cuando perdíamos, nos solía contar la historia de David y Goliat”, dice el rookie Harrison Barnes. Si los jugadores discuten sobre la vida espiritual en una comida de equipo, el entrenador hace de mediador. Si tienen una pregunta sobre un versículo cuando están en el avión, Jackson responde. “La fe ha pasado a ser más importante en mi vida”, dice Lee.“Me ayuda a saber cómo afrontar los altibajos de la temporada”. El pívot de los Warriors y su mujer suelen ir junto con Stephen Curry y su esposa a la iglesia.
Este año, ningún componente de Golden State Warriors ha tenido problemas con el alcohol, las drogas ni el sexo. Ninguna página de diario ha manchado de amarillismo el nombre de la franquicia. Los jugadores saben que eso no es casualidad, es por la fe en Dios que hay en el equipo. En el vestuario no se escucha rap con letras llenas de insultos. Ni se discute sobre los minutos de juego o el salario. Es otra manera de ver y de vivir la vida de un jugador profesional en un mundo con tantas tentaciones.
Cuando entras en el vestuario de los Warriors, ves en la taquilla de Richard Jefferson notas de los estudios bíblicos. Ves también las pulseras “In Jesus Name I Play” en muñequeras de muchos jugadores. Ves al pívot rookie Festus Ezeli leyendo Una vida con propósito .“Muchas vidas de las estrellas de la NBA se centran en la noche, los coches, el dinero, la fama…”, dice Curry. “Pero es una enorme motivación tener compañeros que piensan como tú, que ponen a Dios por delante de todas las cosas”. “Podemos tener conversaciones sobre nuestra vida personal, sobre baloncesto, sobre Dios, y nadie se siente incómodo”, comenta Barnes.
La primera ronda de Playoffs no ha comenzado de la mejor manera posible. Golden State perdió el primer encuentro ante Denver por dos puntos de diferencia y una de las estrellas del equipo, David Lee, se lesionó. No volverá hasta la temporada que viene. Pero ahora, cuando las dudas acechan de nuevo al vestuario de los Warriors, es cuando los jugadores continuarán apoyándose en algo más que baloncesto. La Biblia dice que la fe puede mover montañas. Y, de momento, la fe ha llevado hasta muy lejos a la franquicia de Oakland.
Jackson suele usar pasajes de la Biblia en sus ruedas de prensa, sus charlas… Es un hombre que usa la palabra de Dios para la vida diaria. “Así es como soy”, dice el entrenador de los Warriors. “He visto a gente sobreponerse, lograr sus objetivos, recuperarse… todo gracias a la Palabra. He visto que este método ha servido en mi vida. ¿Por qué no usarlo en el baloncesto?”.
“Cuando perdíamos, nos solía contar la historia de David y Goliat”, dice el rookie Harrison Barnes. Si los jugadores discuten sobre la vida espiritual en una comida de equipo, el entrenador hace de mediador. Si tienen una pregunta sobre un versículo cuando están en el avión, Jackson responde. “La fe ha pasado a ser más importante en mi vida”, dice Lee.“Me ayuda a saber cómo afrontar los altibajos de la temporada”. El pívot de los Warriors y su mujer suelen ir junto con Stephen Curry y su esposa a la iglesia.
Este año, ningún componente de Golden State Warriors ha tenido problemas con el alcohol, las drogas ni el sexo. Ninguna página de diario ha manchado de amarillismo el nombre de la franquicia. Los jugadores saben que eso no es casualidad, es por la fe en Dios que hay en el equipo. En el vestuario no se escucha rap con letras llenas de insultos. Ni se discute sobre los minutos de juego o el salario. Es otra manera de ver y de vivir la vida de un jugador profesional en un mundo con tantas tentaciones.
Cuando entras en el vestuario de los Warriors, ves en la taquilla de Richard Jefferson notas de los estudios bíblicos. Ves también las pulseras “In Jesus Name I Play” en muñequeras de muchos jugadores. Ves al pívot rookie Festus Ezeli leyendo Una vida con propósito .“Muchas vidas de las estrellas de la NBA se centran en la noche, los coches, el dinero, la fama…”, dice Curry. “Pero es una enorme motivación tener compañeros que piensan como tú, que ponen a Dios por delante de todas las cosas”. “Podemos tener conversaciones sobre nuestra vida personal, sobre baloncesto, sobre Dios, y nadie se siente incómodo”, comenta Barnes.
La primera ronda de Playoffs no ha comenzado de la mejor manera posible. Golden State perdió el primer encuentro ante Denver por dos puntos de diferencia y una de las estrellas del equipo, David Lee, se lesionó. No volverá hasta la temporada que viene. Pero ahora, cuando las dudas acechan de nuevo al vestuario de los Warriors, es cuando los jugadores continuarán apoyándose en algo más que baloncesto. La Biblia dice que la fe puede mover montañas. Y, de momento, la fe ha llevado hasta muy lejos a la franquicia de Oakland.
Autores: Pau Rodríguez Tubau
Editado por: Protestante Digital 2013
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