El congreso organizado por la Conferencia Episcopal de Alemania en el que se analizó la situación a nivel planetario
ALESSANDRO SPECIALECIUDAD DEL VATICANO
Desde que comenzó el diálogo ecuménico con el Concilio Vaticano II, hace 50 años, la “geografía del cristianismo” ha «cambiado significativamente» con la aparición de nuevos «socios ecuménicos», englobados en etiquetas como «nuevos movimientos religiosos» e incluso «sectas».
Dejando a un lado las terminologías, según el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en las zonas del sur del planeta el «problema prioritario» de la Iglesia católica de nuestros días ya no es el diálogo con las Iglesias cristianas históricas (desde los ortodoxos hasta los luteranos, pasando por los anglicanos), sino justamente la relación con esta galaxia que ha sido definida de diferentes maneras y conformada por los movimientos «evangelicales, pentecostales y carismáticos». Estos movimientos consideran que las divisiones entre los cristianos de los últimos siglos son una cuestión europeo e incluso «colonial» (ta es así que, a menudo, ignoran el diálogo o lo rechazan pues consideran que las “fronteras” entre las diferentes confesiones no están claramente determinadas, por lo que llevan a cabo una activa promoción de la conversión proselitista).
Hace dos días, Koch participó en el congreso dedicado a este fenómeno, a menudo menospreciado pero que ha vivido una expansión rapidísima, que organizaron en Roma los obispos de Alemania. Hay algunos que hablan de un verdadero “boom”: lo cierto es que se trata de un fenómeno trasversal entre todas las Iglesias cristianas y que es muy difícil de cuantificar. Se cree que los miembros de las Iglesias pentecostales en todo el mundo son alrededor de unos 400 millones.
Desde el año 2000, explicó el profesor Philip Jenkins (uno de los mayores expertos al respecto), los carismáticos y pentecostales en todo el mundo han crecido al ritmo de alrededor de 19 millones al año.
El Centro de Investigación para el Estudio del Cristianismo Global (de los Estados Unidos) afirma que en 2000 los creyentes carismáticos eran alrededor de 582 millones. Se prevé que en 2050 habrá alrededor de 800 millones y que en 2050 los pentecostales podrían alcanzar el mismo número de creyentes que cuenta la religión hindú en todo el mundo. Es un problema que el Papa Francisco conoce muy bien, pues justamente en América Latina estos nuevos movimientos están erosionando significativamente la tradicional pertenencia católica de la gran mayoría de la población.
La Conferencia Episcopal de Alemania creó en la década de los 90 un grupo de investigación para estudiar el fenómeno de las sectas y de los nuevos movimientos religiosos (idea original del entonces presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el cardenal Walter Kasper). Hoy, como indicó Koch, para estudiar este fenómeno «seguimos todavía el camino que indicó Kasper».
El punto de partida para el estudio es la confirmación de que la globalización y la secularización han llevado, como ya se preveía desde la década de los años 70, al fin de la fe. «La desaparición de la religión, esperada desde hace mucho tiempo y dada por cierta, todavía no se ha materializado. Al contrario: en todo el mundo se oserva, más bien, un verdadero “boom” de religiones», explicó Karl Gabriel, profesor en Münster, que presentó una investigación que analiza la situación en cuatro países “muestra”: Costa Rica, Filipinas, Hungría y Sudáfrica.
Ante el fenómeno de los pentecostales, la Iglesia no puede responder con suficiencia, indicó el cardenal Koch: «Es necesario considerar seriamente este fenómeno. Creo que este es el desafío principal y plantea una pregunta: “¿qué hacemos?”. “¿Por qué la gente que pertenece a nuestra Iglesia, no solo católica sino también los protestantes, se aleja?”. Es una enorme pregunta, un gran desafío para nosotros».
Vatican Insider
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