Thursday, April 11, 2013

Francisco asegura que la 'Pacem in terris' es "un estímulo para la paz". Hoy se cumplen 50 de su publicación



En el 50 aniversario de la histórica encíclica del beato Juan XXIII


El Papa pide que "las mentes y los corazones 

se conviertan a la belleza, la bondad y la 

verdad del Evangelio"


El papa Francisco recordó este jueves en audiencia con los miembros de la Papal Foundation, con el cardenal Donald Wuerl a la cabeza, "el 50 aniversario de la encíclica 'Pacem in terris' del beato Juan XXIII, que se cumple justo hoy".
Para Francisco, el aniversario debe ser"estímulo para empeñarse siempre en promover la reconciliación y la paz a todo nivel".
"La obra de la Papal Foundation es sobre todo una solidaridad espiritual con el sucesor de San Pedro. Les pido, por lo tanto, seguir rogando por mi ministerio, por las necesidades de la Iglesia, y particularmentepara que las mentes y los corazones se conviertan a la belleza, la bondad y la verdad del Evangelio", agregó.
El Papa recordó que en estos años la fundación "contribuyó en modo significativo al crecimiento de muchas iglesias particulares en los países en vías de desarrollo, sosteniendo entre otras cosas la formación permanente del clero y de los religiosos, ofreciendo ayuda, asistencia médica y cuidado a los pobres y necesitados".
"Pacem in terris" (Paz en la tierra) fue el primer documento papal de la iglesia católica en tiempos del Concilio Vaticano II, que introdujo la temática política y social, y marcó un antecedente de futuras encíclicas que avanzaron sobre el concepto de que "a la paz se llegaba con justicia".
Pacem in Terris, una encíclica para el fin de la guerra fría
Así glosa Jordi Amat en La Vanguardia la encñiclica de Juan XXIII:
Apenas un mes después de la elección de un nuevo Papa se cumplirá medio siglo de otro hecho trascendental en la historia de la iglesia católica: la publicación, el 11 de abril de 1963, de la encíclica ‘Pacem in Terris', promulgada por Juan XXIII y que determinó la doctrina política que, según el Papa, debía posibilitar la instauración de la paz mundial y la superación de los conflictos propios de la guerra fría; una paz que sólo sería posible fundamentada en los principios de la igualdad y la libertad
Pacem in Terris
Tal vez el origen más próximo de aquella primavera de esperanza fue la aterradora convicción, compartida por millones de hombres y mujeres, de que se había entrado en la definitiva fase de autodestrucción. Octubre de 1962: crisis de los misiles en Cuba. El día 22, el presidente Kennedy se dirigía por televisión a sus conciudadanos para mostrarles que la Unión Soviética estaba desplegando misiles en la isla caribeña y que apuntaban hacia Estados Unidos. "He ordenado a las fuerzas armadas que estén listas para cualquier eventualidad". Nunca como entonces, a lo largo de la guerra fría, fue tan próxima la sensación de estar ante el abismo. El día 28, a las cinco de la tarde y a través de las ondas de Radio Moscú, el presidente Nikita Jruschov leyó una carta dirigida a Kennedy en la que confirmaba su decisión de desmantelar las armas para "acabar cuanto antes con el conflicto que amenaza la causa de la paz". Dos días después, en una nueva carta a Kennedy, el líder soviético le decía que "la gente ha sentido claramente el calor de las llamas de la guerra termonuclear y es más consciente del peligro que se cierne sobre su cabeza si no ponemos fin a la carrera armamentista".
No es exagerado pensar que durante aquella semana se fundó un periodo nuevo de la historia contemporánea. Tiempo de distensión. Aún no era irracionalismo hippy ni la nueva izquierda radical ni la mutación anárquica del 68. La liberación del miedo no tardó en dar frutos memorables. Abril de 1963. Hora para la paz y de la justicia.
'PACEM IN TERRIS'
El 21 de octubre de 1962 había arrancado el tercer encuentro de las Darmouth Conferences sobre la paz, punto de encuentro de intelectuales que desde 1960 pretendían crear un foro de diálogo estable e informal entre la Unión Soviética y Estados Unidos capaz de influir en los gobiernos respectivos. El día 22 periodistas y académicos del este y del oeste escucharon juntos la beligerante declaración televisiva de Kennedy. Parece que el dominico Felix Morlion -promotor del ecumenismo, que durante la Segunda Guerra Mundial había facilitado la huida de judíos de Alemania- planteó a los reunidos que Juan XXIII podría actuar como mediador en el conflicto. Como cuenta Hilari Raguer en Réquiem por la cristiandad, el Vaticano se convirtió en uno de los puentes a través de los cuales Washington y Moscú iniciaron las conversaciones que posibilitarían el deshielo.
El Papa se convenció de que su intervención había sido determinante en la resolución del conflicto y de esa convicción surgió su propósito de publicar una encíclica que sintetizase cuál era la doctrina política que posibilitaría la instauración de la paz mundial. Monseñor Pavan -profesor de sociología de la Universidad Pontificia Lateranense- se encargó de buscar a los especialistas para que la redactasen, trabajo que corrigió el propio Pontífice. El 11 de abril de 1963, que coincidió con el Jueves Santo y cayó en plena celebración del Concilio Vaticano Segundo, se daba a conocer la Pacem in Terris en varios idiomas (incluido el ruso). La encíclica, más que aspectos teológicos o doctrinales, enraizaba la ética cristiana en el presente y, sobre la base de la fe, interpelaba a los ciudadanos del mundo fueran o no fueran creyentes. Era un texto moderno y comprometido.
La argumentación papal se desplegaba a partir del principio de que la persona, dotada de derechos y deberes, es el eje de la convivencia. Para poder vivir de manera digna, esa persona debía disponer de unos medios justos e indispensables que son condición necesaria para la existencia del bien común. Son los poderes públicos de cada comunidad política -poderes en los que la ciudadanía debería poder participar- los que deben garantizar aquellos medios y, en consecuencia, la igualdad esencial entre ciudadanos (con independencia del sexo, la raza o la pertenencia a una nacionalidad no dominante dentro de un mismo estado). La encíclica, establecidas las relaciones entre individuo y comunidad -incluyendo la defensa de la separación ilustrada de poderes-, aún daba otro paso: extrapolaba la correlación persona/comunidad a las relaciones entre distintas comunidades políticas para acabar postulando la creación de una comunidad mundial en la que los derechos y deberes básicos fueran por todos compartidos y así el ideal de la paz sería una realidad en la tierra.
La Pacem in Terris, sincronizada a los signos de los tiempos, incluyó la condena del racismo, venía a apoyar los procesos de descolonización, clamaba por el desarme nuclear o destacaba la incorporación de la mujer a la vida pública (hacía dos meses que Betty Friedman había publicado el capital La mística de la feminidad).
RD

Cumple 50 años la 'Pacem in terris', el grito por la paz de Juan XXIII que marcó el papado


11 de Abril, 2013. (Romereports.com) El 11 de abril de 1963 Juan XXIII publicó la encíclica 'Pacem in terris', paz en la tierra. Lo hizo en uno de los momentos más tensos de la Guerra Fría, en plena carrera armamentística de los dos grandes bloques.  
   
Pocos meses antes la crisis de los misiles de Cuba había estado a punto de desencadenar una nueva guerra mundial. 


Escribió este texto a pesar de que en esa época casi todos sus esfuerzos se centraban en el Concilio Vaticano II. Hoy la carta sigue siendo un referente para entender la doctrina católica sobre la resolución de los conflictos.

En la encíclica Juan XXIII explica que las condiciones de paz son autenticas cuando se fundan sobre la verdad, la justicia y el amor. 

En cinco capítulos define los derechos y deberes del hombre, su relación con las fuerzas públicas, las relaciones en la comunidad política y el papel de la autoridad mundial. 

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