Es el responsable de "las manos y los brazos digitales que permiten al Papa llegar hasta los extremos de la tierra". Tiene 48 años y es santafecino. Monseñor Lucio Ruiz vive en Roma desde 1997 y es, desde 2009, el jefe del Servicio de Internet del Vaticano. De visita en el país, dará hoy, a las 19, en la Universidad Católica Argentina, una charla, con entrada libre y gratuita, sobre la evangelización en la era digital. Ayer, en diálogo telefónico desde Chile, dijo a LA NACION que el modo de comunicar del papa Francisco se adecua a las necesidades de la era digital y recordó que la Santa Sede fue incorporando tecnología y servicios desde que abrió su primera página web, el 25 de diciembre de 1995. Desde fines del año pasado, el papa cuenta, además, con un perfil oficial en Twitter, en una decena de idiomas, quecomenzó a usar Benedicto XVI y que ahora tiene más de cinco millones de seguidores.
-¿Cómo impactó la elección del papa argentino en los servicios de Internet y redes sociales del Vaticano?
-El papa Francisco irrumpió en la historia con su sonrisa, con su sencillez y mensaje evangélico fuertísimo y las redes sociales, las webs y todos los servicios multimediales se enriquecieron inmediatamente de una presencia realmente impactante. No sólo Internet sino que el eco se dio en la sociedad en general. Mucha gente se acerca la Iglesia después de tantos años.
-En números, ¿cuánto fue ese impacto, por ejemplo en la cantidad de retuits?
-No lo sé porque no le presto atención a la cantidad. Son siempre altos, pero no sabría decirle. Esto es algo personal y no oficial. Miro los números de los contadores cuando los necesito para algún informe, pero no los recuerdo después. Nunca estuvieron en mi cabeza los servicios numerados porque no lo hacemos para contar cómo nos va o para hacer marketing o promoción, como puede hacer una empresa. Se ofrece el mejor servicio posible con todo el amor de poder compartir y brindar un mensaje y tratar de llegar a un encuentro. Ponemos lo mejor de nosotros para que esté todo en la mesa. Como dice el Evangelio: el banquete está servido, que venga y se sirva el que desee.
-Pero se dio un crecimiento.
-Sí. Hemos tenido que reforzar todos nuestros sistemas porque frente a un flujo informativo desde la renuncia de Benedicto XVI, el cónclave y el inicio del pontificado las visitas son muchas más. Algo que sí nos llamó la atención es el cambio que hubo en el acceso de los dispositivos móviles para seguir los acontecimientos desde cualquier parte del mundo. Tal vez años atrás era mucho más la computadora del hogar. La cultura cambió muchísimo y tuvimos que adecuar el servicio a la cultura actual. El objeto de mi conferencia [que dará hoy en la UCA] es transmitir que como Iglesia tenemos que entender un fenómeno, que es la realidad de hoy. Si lo entendemos, bien, y si no, sigue igual. La gente no dejará de usar la tecnología porque estemos o no. La riqueza que nos da el papa Francisco es que se mueve, habla y los gestos que hace van muy en consonancia con esta era digital.
-¿Por qué?
-Porque permite que en esos pequeños espacios que da la digitalidad, como el tuit, el pequeño video de YouTube o cosas por el estilo, logremos dar un pequeño mensaje en un pequeño espacio que llega mucho y es muy apreciado. Es adecuado para el hombre contemporáneo; lo capta, lo vive, le toca el corazón. Es impactante como mensaje.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo los álbumes de fotos en Internet son muy fáciles de hacer porque tenemos una superabundancia de gestos de amor, de ternura, de misericordia. Entonces, a partir de la foto la gente lee un texto breve y va al texto completo. Me acuerdo del gesto de lavar los pies en la misa del Jueves Santo. Fue muy fuerte porque iba de rodillas lavando a cada uno y eso llamó mucho la atención. También cuando se baja del auto y saluda a la gente; su forma de saludar, de sonreír, son mensajes a la manera de la fotografía. La gente no es que se detiene en la fotografía y sigue al texto.
-¿Usted le regaló al Papa un iPad con el que mandó su primer tuit?
-Yo le regalé una tableta, pero no sé si mandó desde allí sus tuits porque eso lo sabe su secretario. Se lo regalé como signo del trabajo de nuestra oficina que lo ayuda a ser sus manos y brazos digitales para llegar, a través de lo digital, hasta los extremos de la Tierra.
-Benedicto XVI envió varios tuits. ¿Cómo era su relación con los nuevos medios?
-No fui su secretario y por eso no sé cómo trabajaba. Pero sí sé que el magisterio de Benedicto sobre los medios de comunicación es maravilloso y de una gran riqueza más allá de su relación personal con los nuevos medios. En definitiva eso no es importante. Lo que marca la vida de la Iglesia es lo que enseña el sumo pontífice y no si el papa aprieta un botón o no lo aprieta. El magisterio de Benedicto tiene una riqueza y un coraje, una fuerza invitando a la Iglesia a evangelizar con palabras muy fuertes como el continente digital, el nuevo mundo, los nativos digitales, con una comparación como si fuera el descubrimiento de América. Con frases muy bonitas, como cuando compara la evangelización de los inicios. Los discípulos tenían que entender la cultura para hacer el anuncio, como nosotros también ahora tenemos que comprender el nuevo lenguaje y la cultura para llegar al corazón de la gente.
-¿Con qué criterio se decide usar Twitter para no "cansar" al seguidor?
-Lo importante es que sean mensajes que puedan mover la inteligencia y el corazón. Se busca que acompañen los momentos litúrgicos o momentos especiales del mundo, que sea una palabra justa.
-Llama la atención que Francisco haya aprendido tan rápido. Cuando vivía acá no usaba siquiera celular.
-[Se ríe] Bueno, pero antes usaba traje negro y ahora usa sotana blanca. Lo que pasa es que antes se llamaba Jorge y ahora se llama Francisco y el más sorprendido es él de la elección de Dios
La Nación
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