El Servicio Jesuita a Refugiados ha cerrado su proyecto en Ruanda después de 17 años acompañando a 40.000 refugiados de la República Democrática del Congo, poniendo fin a unos de los más antiguos proyectos del JRS en el mundo.
El proyecto se ha cerrado con un apoyo de ALBOAN-Gobierno Vasco en el proyecto educativo en los campos de Kiziba y Gihembe.www.alboan.org/portal/proyecto.asp
Desde 1996, el JRS estuvieron en dos de los tres campamentos establecidos en el país, Kiziba y Gihembe en el oeste y en el norte de Ruanda, respectivamente, donde los equipos trabajaron junto a las poblaciones refugiadas ofreciendo servicios de educación formal e informal, así como actividades pastorales, recreativas y de emergencia.
La difícil decisión de cerrar los proyectos en Ruanda se tomó para poder concentrar la energía y los recursos en las ingentes necesidades de los cientos de miles de personas en situación de emergencia humanitaria en la región de los Grandes Lagos. Antes de abandonar los campamentos, el crucial trabajo de educación formal del JRS fue traspasado a otra organización no gubernamental internacional, ADRA, especializada en educación.
La prolongada crisis de los refugiados. Los refugiados en los campamentos de Kiziba y Gihembe habían huido del conflicto en la provincia oriental de Kivu Norte en 1996. Desde entonces, han vivido en los campamentos sin poder regresar a sus hogares debido a la inseguridad en la región. Miles de niños han nacido en los campamentos durante estos años. De los más de 38.000 refugiados que viven en los campamentos, más de la mitad son menores de 17 años de edad.
"Cuando conocimos a los primeros refugiados que habían huido del Congo, se podía ver el miedo y la angustia en su mirada. Lo habían perdido todo. Después de tantos años viviendo en los campamentos, sienten su futuro incierto. A ellos les gustaría ir a casa, pero no pueden porque la guerra aún no ha terminado", dice Mateo Aguirre SJ, director del JRS Grandes Lagos de África, que abrió los proyectos en Ruanda en 1995.
Actividades. Los proyectos del JRS, algunos de los cuales se realizaron en colaboración con la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), han beneficiado a unos 20.000 refugiados al año, incluyendo todos los niños que asisten a la escuela en ambos campamentos.
En 2012, por ejemplo, más de 10.000 niños asistieron a las guarderías, las escuelas de primaria y de secundaria. A lo largo de los años el JRS ha formado y seleccionado maestros para sus escuelas, se ha implicado en la rehabilitación y construcción de edificios escolares, así como en la distribución de bártulos y uniformes. El porcentaje de aprobados en los exámenes públicos realizadas por los alumnos de primaria y secundaria en los campamentos son un testimonio de la calidad de la enseñanza impartida en las escuelas.
Para ayudar a los jóvenes a encontrar un trabajo, el JRS organizó diversos cursos de formación profesional para electricistas, cocineros e informáticos. Los equipos también organizaron una serie de actividades culturales y deportivas: torneos de baloncesto y voleibol, proyecciones de películas y obras de teatro.
El acompañamiento del JRS se realiza gracias al estrecho contacto que el personal mantiene con los refugiados a los que suministra alimentos de emergencia y apoya con asistencia material a los que están en circunstancias extremadamente vulnerables: ancianos, personas con discapacidades y enfermedades, huérfanos y viudas. El programa pastoral ofreció a los refugiados la oportunidad de participar en los servicios religiosos, aparte de proporcionar a los jóvenes refugiados la oportunidad de recibir la Sagrada Comunión y la Confirmación.
La difícil decisión de cerrar los proyectos en Ruanda se tomó para poder concentrar la energía y los recursos en las ingentes necesidades de los cientos de miles de personas en situación de emergencia humanitaria en la región de los Grandes Lagos. Antes de abandonar los campamentos, el crucial trabajo de educación formal del JRS fue traspasado a otra organización no gubernamental internacional, ADRA, especializada en educación.
La prolongada crisis de los refugiados. Los refugiados en los campamentos de Kiziba y Gihembe habían huido del conflicto en la provincia oriental de Kivu Norte en 1996. Desde entonces, han vivido en los campamentos sin poder regresar a sus hogares debido a la inseguridad en la región. Miles de niños han nacido en los campamentos durante estos años. De los más de 38.000 refugiados que viven en los campamentos, más de la mitad son menores de 17 años de edad.
"Cuando conocimos a los primeros refugiados que habían huido del Congo, se podía ver el miedo y la angustia en su mirada. Lo habían perdido todo. Después de tantos años viviendo en los campamentos, sienten su futuro incierto. A ellos les gustaría ir a casa, pero no pueden porque la guerra aún no ha terminado", dice Mateo Aguirre SJ, director del JRS Grandes Lagos de África, que abrió los proyectos en Ruanda en 1995.
Actividades. Los proyectos del JRS, algunos de los cuales se realizaron en colaboración con la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), han beneficiado a unos 20.000 refugiados al año, incluyendo todos los niños que asisten a la escuela en ambos campamentos.
En 2012, por ejemplo, más de 10.000 niños asistieron a las guarderías, las escuelas de primaria y de secundaria. A lo largo de los años el JRS ha formado y seleccionado maestros para sus escuelas, se ha implicado en la rehabilitación y construcción de edificios escolares, así como en la distribución de bártulos y uniformes. El porcentaje de aprobados en los exámenes públicos realizadas por los alumnos de primaria y secundaria en los campamentos son un testimonio de la calidad de la enseñanza impartida en las escuelas.
Para ayudar a los jóvenes a encontrar un trabajo, el JRS organizó diversos cursos de formación profesional para electricistas, cocineros e informáticos. Los equipos también organizaron una serie de actividades culturales y deportivas: torneos de baloncesto y voleibol, proyecciones de películas y obras de teatro.
El acompañamiento del JRS se realiza gracias al estrecho contacto que el personal mantiene con los refugiados a los que suministra alimentos de emergencia y apoya con asistencia material a los que están en circunstancias extremadamente vulnerables: ancianos, personas con discapacidades y enfermedades, huérfanos y viudas. El programa pastoral ofreció a los refugiados la oportunidad de participar en los servicios religiosos, aparte de proporcionar a los jóvenes refugiados la oportunidad de recibir la Sagrada Comunión y la Confirmación.
ALBOAN
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