Entrevista con el padre Trafny, responsable del departamento “Ciencia y fe” del Pontificio Consejo de la Cultura
ALESSANDRO SPECIALECIUDAD DEL VATICANO
El padre Tomasz Trafny es el responsable del departamento “Ciencia y fe” del Pontificio Consejo de la Cultura, dicasterio que organizó la conferencia sobre las células estaminales adultas que se llevó a cabo en el Vaticano. Vatican Insider lo entrevistó para preguntarle sobre la reacción de la Iglesia ante los cambios de la medicina y sobre la relación entre la ciencia y la fe, sobre los límites y las posibilidades.
¿Por qué organizó el Vaticano esta conferencia sobre las células estaminales?
El Pontificio Consejo de la Cultura fue fundado para dialogar con el mundo contemporáneo y su cultura, que está muy comprometida con la ciencia. Mi departamento, “Ciencia y fe”, lleva a cabo un análisis cultural sobre el desarrollo de las ciencias naturales, sobre todo en las áreas que influirán en nuestra concepción del ser humano y que cambiarán el estilo de vida y la configuración social. Imaginemos un escenario, no tan lejano, en el que las personas vivirán más de 100 años y en el que lo que hasta hace poco era una excepción se estandarizará. Nuestra sociedad cambiará profundamente en términos de asistencia, en términos económicos, de aseguración médica, de jubilaciones: nosotros debemos entender que este es un enorme desafío para la sociedad y para la Iglesia, y debemos pensar en el futuro para entender las posibles dinámicas culturales y sociales que se convertirán en una realidad dentro de poco.
¿Cómo son recibidos estos cambios dentro de la Iglesia?
Queremos ayudar a los obispos y a los fieles a entender la diferencia entre la investigación sobre las células estaminales embrionales y las estaminales adultas. Desafortunadamente, como hemos comprobado, si a la gente en la Iglesia o por la calle le preguntamos sobre las células estaminales, casi todos piensan en las embrionales y todos dicen que su estudio es una cosa prohibida por la Iglesia. Nosotros queremos que se sepa que hay una investigaciónn de altísimo nivel, apoyada por la Iglesia, pues la Iglesia no está en contra ni de la ciencia ni de la investigación. Se trata de un malentendido y queremos ofrecer una señal clara y fuerte de apoyo a la ciencia.
Las estaminales son un tema muy controvertido. ¿Existe un valor polémico o de toma de partido al elegir este campo de la investigación biomédica por parte del Vaticano?
Hemos reflexionado mucho sobre el enfoque que queríamos dar a nuestro compromiso: entrar a un campo polémico no resuelve ningún problema y no ofrece beneficios. Por eso no tenemos el objetivo de hacer nacer polémicas o debates, ni de estigmatizar a los que investigan con las estaminales embrionales. Es mucho más enriquecedor apostar por las cosas positivas que ya se han hecho: la investigación sobre las estaminales adultas ha llegado tan lejos que hoy existen más de 3000 investigaciones médicas sobre las estaminales adultas y menos de 30 sobre las embrionales. Y debemos tener en cuenta que no todos son cristianos, que no todos tienen la misma jerarquía de valores. Así, ¿por qué tendríamos que estigmatizar a esta gente cuando existe la posibilidad de hacer ver todo lo que ha avanzado la investigación médica sobre las estaminales adultas y cuántos beneficios puede aportar?
¿Qué pueden enseñar a la Iglesia y a la fe las ciencias?
Las ciencias ofrecen una mayor comprensión del ser humano. Por ejemplo, pensemos en el impacto que tiene la investigación científica en la teología pastoral: hace veinte años era impensable hacer un funeral católico para un suicida, no se permitía ni siquiera enterrar su cuerpo en tierra consagrada. Hoy sabemos gracias a la ciencia médica que nadie en su sano juicio, psicológicamente hablando, se quita la vida. Este es un aporte de la ciencia que ha modificado la moral de las responsabilidades y también la praxis pastoral. De hecho, muchos sectores de la teología moral nacen justamente del diálogo con la ciencia, como la inseminación artificial y la sexualidad. Pero también tenemos que pensar en el futuro, en el conocimiento que vendrá gracias a las ciencias neurocognitivas y lo que dirán sobre las responsabilidades y el pecado...
¿Puede dar algún ejemplo?
¿Hasta qué punto podemos violar la corporeidad humana sin influir en la psique? A veces, las personas a las que se les ha trasplantado una articulación piden que se la amputen porque no la sienten como propia. ¿Cuál es el límite? Siempre debemos reflexionar sobre estas cosas. Hoy hay una enorme apertura por parte de los científicos, se advierte la necesidad de tener una mirada más amplia de la realidad espiritual del ser humano. Nosotros podemos aprender algo de ellos para estar listos ante los desafíos del futuro.
Pero, ¿El mundo de la ciencia querrá escuchar lo que la Iglesia tiene que decir? ¿Sabrá recibir su aporte?
Hoy en día no basta impartir directrices, sino que hay que conquistar un tipo de autoridad epistémica (que es diferente de la deóntica, que impone un deber). Es un hecho puro y duro. Es por ello que hay que acompañar a los científicos en lugar de esperar a que desarrollen algo para después criticarlos. Debemos acompañar la investigación paso a paso.
Vatican Insider
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