Rousseff convoca una reunión
de ministros por la seguridad
del Papa
En vez de acudir a la cita para tratar la coyuntura política
Ha revisado la lista de procedimientos para la JMJ de Rio
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que no tenía previsto actividades oficiales para hoy, convocó a cuatro de sus ministros para una reunión especial que trató sobre la seguridad durante la visita la próxima semana del papa Francisco, que participará en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Rousseff, que era esperada en una reunión convocada por el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) para tratar la actual coyuntura política, se excusó del compromiso con una carta enviada al presidente del movimiento, Rui Falcao, y dedicó la tarde para abordar el tema de seguridad de la visita papal.
En la reunión, según el servicio estatal de noticias Agencia Brasil, participaron los ministros de Defensa, Celso Amorim; deRelaciones Exteriores, Antonio Patriota; de Justicia, José Eduardo Cardozo, y de la Secretaría General de la Presidencia, Gilberto Carvalho.
Según la Asesoría de Prensa de la Presidencia, el encuentro realizado en el Palacio da Alvorada, la residencia presidencial, sirvió para "revisar la lista de procedimientos" de seguridad del evento y ultimar detalles de la participación de Rousseff, quien el lunes se reunirá en Río de Janeiro con el papa Francisco.
El plan inicial de seguridad durante la visita que el pontífice realizará a las ciudades brasileñas de Río de Janeiro y Aparecida entre el 22 y el 28 de julio preveía la movilización de 12.000 militares y policías, número ahora elevado a cerca de 14.000, entre los cuales 10.200 son miembros de las Fuerzas Armadas.
El operativo involucra personal del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea; las Policías Civil, Militarizada, Federal y de Carreteras, el Cuerpo de Bomberos, las Guardias Patrimoniales de la ciudad de Aparecida y la Civil Metropolitana de Río de Janeiro, además de la Guardia Suiza, que vela por la seguridad del Papa. (RD/Agencias)
Dilma se aferra a popularidad Francisco
Por Darío Pignotti BRASILIA, 21 (ANSA) - La presidenta Dilma Rousseff reconoció en entrevista a ANSA que el Papa llega a Brasil en un momento especial, signado por las manifestaciones multitudinarias que hundieron al gobierno en una crisis e hicieron estragos en su popularidad, que superaba el 50% hace dos meses y ahora bordea el 30%, según el promedio de los sondeos publicados en las últimas semanas. En términos de opinión pública, la situación de Rousseff puede ser definida, grosso modo, como situada en las antípodas de Francisco, que según surge de los comentarios y crónicas, goza de una amplia aprobación, incluso de aquellos brasileños que no profesan la fe católica.
Desde hace un mes Rousseff no tiene fines de semana, enfrascada en reuniones con ministros para encontrar una respuesta a la crisis surgida de movilizaciones inusualmente populares protagonizadas por jóvenes, indignados contra todo, también contra el gobierno.
La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) fue el tema tratado en la reunión del sábado que Rousseff compartió con el canciller Antonio Patriota, el ministro de Defensa, Celso Amorim, y otros funcionarios, en víspera de la llegada del Papa a Rio de Janeiro, este lunes.
La visita papal y la crisis son los dos puntos que están en el centro de las atenciones del Palacio del Planalto por muchas razones, entre ellas, la de encontrar la fórmula para armonizar ambos temas.
Y al parecer el gobierno llegó a la conclusión de que la gira del Papa argentino, ex arzobispo de Buenos Aires, puede ser una buena ocasión para que Dilma se reencuentre con las masas, en este caso, juveniles.
Es una apuesta de riesgo, dado que la semana pasada la presidenta fue abucheada en un acto en el nordeste, pero por lo visto el gobierno resolvió correrlo.
La presidenta irá este lunes a Rio de Janeiro a recibir al Pontífice en la Base Aérea, dos horas más tarde ambos se reencontrarán en el Palacio Guanabara, sede de la gobernación, donde pronunciarán sendos discursos y luego mantendrán una reunión a solas. Entre el primero y el segundo encuentro, el Papa tendrá su primer contacto con los jóvenes católicos y el resto de la población, en una recorrida que realizará por el centro de Rio, precisamente donde hubo marchas de decenas de miles de inconformes, en el último mes.
Dilma volverá a estar junto a Jorge Mario Bergoglio el domingo 28, en la misa a cielo abierto que se realizará en Guaratiba, oeste carioca, donde se esperan 1,5 millones de fieles.
Aquí ella puede exponerse más, dado que está previsto que participe en la misa y habrá que observar si surgen expresiones de repudio contra su persona o su gobierno.
Si sale airosa de ese evento, es decir si no se producen silbatinas o expresiones similares, Rousseff habrá dado un paso para iniciar la recuperación de su popularidad. Pero lo contrario, es decir, la reprobación de los fieles a través de gritos o silbatinas, parece poco probable en un evento religioso donde el público suele ser más recatado que en una marcha.
En todo caso para una presidenta bastante castigada por las encuestas, aparecer junto a un Papa de muy buena imagen, es algo que en principio puede resultar ventajoso.
En la entrevista concedida ayer a ANSA, que respondió por escrito, la Presidenta no eludió, y podría haberlo hecho, el espinoso tema de las protestas de las últimas semanas, que pulverizaron su popularidad y dejaron en entredicho su reelección en 2014.
Señaló, al respecto, que durante la visita del Santo Padre habrá un tiempo de reflexión sobre el motivo de las protestas y para pensar en principios como la "tolerancia y la fraternidad", para construir un mundo más pacífico.
Ese es otro punto de la estrategia del Palacio del Planalto, hacer que la semana del Papa en Rio de Janeiro contribuya a calmar las pasiones y facilite una reflexión más profunda en los jóvenes, que se convirtieron en jueces severos del gobierno y de la política en general. DCP-DS/ACZ
21/07/2013 20:17
21/07/2013 20:17
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