Tuesday, July 16, 2013

Polonia; polémica entre un sacerdote y el obispo se vuelve caso nacional


Don Lemański, según monseñor Hoser, sería demasiado filosemita

MAREK LEHNERTROMA

Ni siquiera polonia parece ser un país «normal». La historia que estamos por contar podría pertenecer a la categoría “conflictos entre un sacerdote relativamente joven lleno de sacro entusiasmo y, a veces, un poco indiferente ante las palabras del propio obispo, y este último, más entrado en años y fácilmente tildable de conservador, cuando no de anticuado”. En cambio, el caso protagonizado por don Wojciech Lemański, de 52 años, párroco de Jasiénica (cerca de Varsovia), y el ordinario de la arquidiócesis de Varsovia-Praga (barrio de la capital polaca que se encuentra a orillas del Vístola) Henryk Hoser, de 70 años, tiene pendiente a todo el país, que, al mismo tiempo, se está preparando para la inminente canonización de Juan Pablo II.


En realidad no se trata de un conflicto generacional, sino de cuetiones esenciales. La primera de ellas es la fecundación artificial; un día el párroco de Jansénica pidió perdón en público a todos los que habían nacido con este método, condenado por los obispos polacos, y expresó su tristeza cuando una de estas personas, una joven mujer, se alejó de la Iglesia porque se sentía rechazada.

Uno de los principales enemigos del método “in vitro” es justamente el obispo del párroco rebelde, que lo amonestó con severidad por haber defendido su postura en la televisión. Además, don Lemański también reclamaba la línea dura contra los sacerdotes pederastas y criticaba desde el púlpito todas las características “retrógradas” de sus parroquianos, empezando por el racismo y el antisemitismo.


Don Wojciec, de hecho, es uno de los religiosos polacos más activos en la lucha en contra del antisemitismo y uno de los mayores promotores del diálogo con los judíos.  Por este motivo recibió una condecoración del difunto presidente Lech Kaczyński. Pero no permaneció inmune a las críticas de mons. Hoser, que primero lo alejó de la enseñanza en las escuelas públicas (las clases de religión en Polonia todavía existen) y después, el 7 de julio pasado, para ser precisos, lo invitó a dejar la parroquia y a mudarse a la casa de los sacerdotes jubilados, a pesar de tener solamente 52 años.

Don Lemański respondió que apeló a la Santa Sede, animado por la propia experiencia: en 2010 ganó una polémica parecida con su obispo. Sintiéndose completamente al seguro, acusó al mismo obispo de haberle ofendido en el pasado. Con poca claridad, reevocó una situación que se habría verificado en 2010, en el mismo palacio arzobispal, en donde mons. Hoser se habría comportado, según el sacerdote, «de forma profundamente inconveniente, como el cardenal O’Brien».


El estupor que suscitó esta declaración, pues surgió la sospecha espontánea sobre la posible naturaleza sexual de este comportamiento, hizo que Lemański rectificara. El sacerdote, después de haber pedido perdón al obispo por el equívoco, declaró que su conversación tenía que ver con su compromiso en el diálogo con los judíos. «Dígame, padre, ¿usted está circuncidado, pertenece, acaso, a ese pueblo?», le habría preguntado el monseñor. «¡Qué cosas me pregunta, cómo se permite, excelencia!», habría respondido el sacerdote. Al día después de la divulgación de la noticia, la curia rechazó estas acusaciones.


El interés de la opinión pública por esta triste historia en Polonia es muy grande, sobre todo porque algunos perciben en ella la lucha entre “lo viejo” y “lo nuevo”. Entre la Iglesia antes de Francisco y la Iglesia tras su elección, pues, como se dice y se escribe, los obispos polacos no serían sus grandes admiradores. En Varsovia hay incluso quien considera que esta es la «primera batalla entre la visión de la Iglesia colegial de Papa Francisco y la Iglesia vieja, basada solo en la indiscutible autoridad de los obispos». Y muchos se muestran al mismo tiempo pesimistas, porque solo poca gente cree que de la polémica pueda salir victorioso el párroco de Jasiénica.

Vatican Insider

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