Pérez Esquivel, Pepe di Paola, Nora Cortiñas… se renueva la Comisión por la Memoria
ALVER METALLIBUENOS AIRES
La Comisión por la Memoria tiene una larga y gloriosa historia en la Argentina. Nació en la época democrática, cuando ya habían transcurrido algunos años de gobiernos legítimos, y su primera cruzada fue contra los residuos de la dictadura, que se llaman impunidad y ley de “punto final” y suprimen la responsabilidad de los represores, aprobadas durante el proceso de retorno a la democracia para facilitar la transición. Posteriormente la lucha de la Comisión se orientó hacia el terreno de la memoria y la defensa de las libertades civiles. La preside Adolfo Pérez Esquivel, quien también fue arrestado en 1975 por la policía brasileña, encarcelado en Ecuador en 1976 y detenido por la policía argentina en 1977, que lo torturó y lo mantuvo preso durante 14 meses sin juicio. Después recibió el Nobel de la Paz en 1980. “Yo estaba entrando al Seminario, era el 19 de marzo de 1980, lo recuerdo muy bien, y pocos días después, el 24, asesinaron a monseñor Romero. La noticia cayó como un balde de agua fría. Ese mismo año designaron a Pérez Esquivel para el Premio Nobel de la Paz. Un maestro para muchos de nosotros en Argentina”, rememora el padre José María di Paola, quien hace pocos días fue convocado por los miembros permanentes de la Comisión por la memoria para incorporarse a ella, junto con Nora Cortiñas, conocida madre de Plaza de Mayo de la línea fundadora.
El padre di Paola, el “cura villero” más famoso de Argentina, y Nora Cortiñas, una figura histórica cuyo hijo Carlos Gustavo Cortiñas fue secuestrado en abril de 1977 y permanece desaparecido, completan el organigrama de la Comisión por la Memoria por decisión unánime de los 15 miembros que la componen, entre los que se cuentan los sindicalistas Víctor de Gennaro, fundador de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y Víctor Mendibil, ex presidente del Congreso de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores del Estado, y figuras como Aldo Echegoyen, recientemente fallecido, miembro del Consejo Mundial de Iglesias y Presidente del Consejo de Iglesias Metodistas de América Latina y el Caribe y Mauricio Tenembaum, fundador de Convergencia, un movimiento político que reúne corrientes progresistas de la comunidad judía argentina. A la cabeza del organismo está Pérez Esquivel, quien con sus 84 años cumplidos pasa de una lucha a otra. “Elegimos al padre Pepe porque su compromiso de vida con el pueblo y con los más pobres del pueblo entra plenamente dentro del horizonte de acción de la Comisión”, declara a Vatican Insider. Para Pérez Esquivel, que hoy preside el Consejo Justicia y Paz de América Latina y otra docena de organismos de defensa de derechos humanos del continente, el padre di Paola “representa la esperanza en acción, la esperanza de que se puede cambiar, de que se puede construir una nueva sociedad teniendo una mirada integral sobre los derechos humanos”.
Una mirada integral sobre los derechos humanos. Ya no quedan muchos –aunque quedan- represores libres de proceso o, si son culpables, que deban ir a la cárcel; disminuye también el número de “desaparecidos” para encontrar o de hijos de mujeres secuestradas que dieron a luz en las cárceles clandestinas a los que se debe restituir la identidad. Pero aumentan las nuevas violencias, el uso letal de la fuerza, la práctica sistemática de la tortura, el hacinamiento en las cárceles en condiciones inhumanas, las dificultades de las personas más humildes para acceder a la justicia, la falta de algún tipo de reparación para las víctimas de la violencia, las prevaricaciones sociales, el consumo y la venta de droga, con toda sus secuelas de marginación y de violencia. “Como dijo el Papa hablando de su país –aprueba Pérez Esquivel- antes Argentina era todavía un país de tránsito, hoy es un país de consumo” y de producción.
“Esta mirada integral sobre los derechos humanos es una de las características más positivas de la Comisión por la Memoria”, observa el nuevo integrante di Paola. “En la Comisión se habla de formación de los jóvenes, de respeto, de igualdad, de unidad en la diversidad... da gusto escucharlos y sentarse a la misma mesa con ellos”, comenta el sacerdote de la villa, quien volvió a la trinchera de la marginalidad después de sufrir el exilio en una zona rural del norte argentino obligado por las amenazas de los narcos. “Puede ser un Estado autoritario como el que tuvimos en la década del ’80, y entonces tenemos que enfrentar represiones, derechos conculcados, falta de libertades”, explica di Paola, “pero también un Estado ausente es un violador de derechos, porque dejar en la marginalidad y el abandono a las personas significa incentivar la violencia, la criminalidad, el tráfico de estupefacientes, el accionar de bandas juveniles que ponen en peligro la vida de muchos hermanos. Lo vemos en la villa, donde niños de 8 ó 9 años empiezan a drogarse y ya entran en un círculo de violencia del que saldrán muertos, heridos o encarcelados”.
Pérez Esquivel suscribe cada una de sus palabras. Acaba de volver de la localidad de Chapadmalal, en el sur de Argentina, donde reunió durante 15 días a 12.000 jóvenes para una convivencia. “Para hacer un trabajo educativo de memoria, de consciencia; sobre el valor de la vida, sobre el sentido de la vida”, explica. Cuando los jóvenes regresaban a sus provincias de origen, llegaron 350 delegados de todo el país de familiares víctimas del “gatillo fácil” y organizaciones sociales de base, algo parecido a esos movimientos populares que el Papa Francisco reunió por segunda vez en Bolivia, en el mes de julio.
Fuente: Blog Terre D'America
Vatican Insider
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