repartidas por Paris, a los lugares donde seres humanos
habían dado sus últimos respiros
-contra su voluntad y de manera brutal.
Así llegué a la Primera estación: La terraza de la Brasserie Comptoir Voltaire,
a metros de nuestra casa.
Aquí me estremeció ver agujeros en los vidrios y en el interior del restorant.
Y me sobrecogió ver como gente dejaba algunas velitas, flores y se detenía
en el lugar donde solo hubo un muerto: un joven yihadista que se autoinmoló explotando. Hermoso gesto de humanidad…
No muy lejos la Segunda estación: 92 rue de Charone.
Lugar de fusilamiento, 19 muertos, al menos y 14 en urgencia.
Mucha gente reunida, en silencio. Cámaras, fotos, recogimiento, oraciones desde el corazón. Un niño se refriega los ojos llorosos sentado en los hombros de su papa. Quizás su tío fue una de las victimas.
Tercera estación: Bataclan.
Miles de personas rodeando el perímetro restringido para entrar.
La calle cerrada era testigo del pasar de hombres y mujeres, familias enteras queriendo ver, rezar, tocar, presenciar, decir “aquí estoy también”. Dejar una flor, una rosa roja.
No muy lejos, en realidad al frente de la Bataclan algunas velas y pocas personas fuera de un otro restorant.
Qué sucedió aquí? -preguntó alguien casi susurrando.
Uno de los que pudo escapar de la Bataclan herido, terminó por morir en la puerta de este local.
Silencio.
Cuarta estación: la terraza del Restaurante Casa Nostra.
Aquí hubo al menos 5 muertos, los agujeros de las balas marcados en los vidrios como los clavos de antaño. Flores y frases, frases y flores: “Por qué?”
Quinta estación: en la calle Bichat, la terraza de Le Petit Cambodge.
Nombre que recordaba otra masacre, aquella en Camboya. Una pequeñita Camboya en Paris, vitrina de muertos e inocentes, citación de otras masacres y brutalidades del ser humano.
Una joven parisina camina solemne con una radio en la que suena fuerte una tonada francesa sobre el amor. Nadie habla, algunos cantan casi inaudiblemente. Salmodia en el sepelio.
Nuestra Señora de Paris se prepara a cantar, a entonar una plegaria a Su Hijo y Señor. Es el momento de “Le glas“: las campanadas de obsequias, la oración por los muertos. Plegaria de campanas que solo se toca cuando muere el presidente, el Obispo de Paris o ante un evento catastrófico.
Este año “Le Glas” de Notre Dame ha sonado 3 veces: por las victimas de Charlie Hebdo; por los cristianos coptos asesinados en Lybia y ayer.
Quince minutos mirando el cielo nocturno de un Paris acallado.
Quince minutos en el cual cada campanazo era un “Libranos del Mal” y un “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
Sirenas y movimientos por doquier se entremezclan con la reverencia de la explanada de Notre Dame.
Quince minutos que se prolongan por toda la ciudad… enlutecida.
Pedro Pablo Achondo ss.cc.
Reflexiones Itinerantes
SS.CC.CHILE
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