¿La revolución de la sobriedad del Papa no logra despegar? De los fondos de caridad del IOR no va nada a los pobres
GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO
La revolución de la sobriedad de Francisco tiene demasiados pesos en las alas. Los docimentos contenidos en los libros «Vía Crucis» de Gianluigi Nuzzi y «Avaricia» de Emiliano Fittipaldi iluminan realidades inéditas y narran otras que ya habían surgido a la luz en los últimos meses.
Documentos reservados sobre la riqueza, los escándalos y las incongruencias entre la «Iglesia pobre y para los pobres» de Bergoglio y el paso real de la vida en el Vaticano de hoy. En conjunto, los volúmenes trazan con tonos oscuros un panorama inquietante. Desde mega-departamentos de 500 metros cuadrados de los cardenales de la Curia hasta el “tesorito” eclesiástico de cuatro mil millones de euros en propiedades inmobiliarias. Secretos que no fueron considerados tan reveladores sobre la situación del Pontificado como para merecer un “pre-estreno” por parte de los principales medios de comunicación de Estados Unidos, que nunca hacen descuentos a la Iglesia. No encontraron nada nuevo en ellos o datos eclatantes.
Casos nuevos dignos de nota
Algunas situaciones ya se conocían. Por ejemplo, el lujoso departamento del ex-Secretario de Estado Tarcisio Bertone, la mala gestión de la sanidad católica desde la Idi hasta el Hospital de Padre Pío en San Juan Rotondo, desde los conflictos interiores por la gestión de las fginanzas vaticanas en la cúpula vaticana (Pell, Calcagno, Parolin). A este cuadro descrito por los medios de comunicación en los últimos meses, el libro de Nuzzi añade grabaciones de encuentros reservados entre prelados y el Papa («los costos están fuera de control, hay trampas», dice Francisco).
Balances no oficiales de los que surgen corrupción y delincuencia. Por lo demás, no son novedad los fastos de las jerarquías, la fábrica de los santos, las limosnas de los fieles que no van a dar a la beneficecncia, el hoyo negro de las jubilaciones, los venenos de los que sabotean las reformas. En la investigación de Fittipaldi se habla de dinero, inmuebles, despilfarros. Pero también negocios sucios y privilegios. El IOR que se ocupa de la gestión de 4 fondos de caridad no dio ni en 2013 ni en 2014 ni un euro a los necesitados o a la solidaridad, a pesar de tener activos por decenas de millones de euros.
Gastos en la Curia
Pequeñas astucias que se convierten en negocios. Como el combustible: garantiza márgenes ingentes, escriben los analistas de Ernst&Young. Como se sabe, en el Vaticano hay dos distribuidores de gasolina, y el precio para los clientes es 20% más bajo con respecto al precio italiano. Fittipaldi reconstruye el marco general: hay 550 tarjetas que permiten comprar gasolina: 1.800 litros al año, 27 mil usuarios. Muchos no están autorizados. Pero no solo son estos dos nuevos libros los que hacen surgir nuevos escándalos financieros en la Curia.
Sospechas sobre la Apsa
Según un documento interno, publicado por la agencia Reuters, la Apsa habría sido utilizada para reciclar dinero de procedencia oscura del Banco Finnat de Giampietro Nattino, el banquero sobre el que el agente inmobiliario Stefano Ricucci dijo en un interrogatorio con el Público Ministerio: «¿Quién es Nattino? ¿Usted quiere que me maten hoy? Olvídese. Yo lo digo por mí, pero si quiere seguir adelante, hágalo. Usted haga lo que le parezca, pero lo protegen 600 personas. A mí, ¿quiénme protege?». Se habrían trasladado 2 millones de euros a Suiza poco antes de que el Vaticano impusiera nuevas normas contra el reciclaje y vigilara las transferencias minuciosamente. Desde mayo de 2000 hasta el 29 de marzo de 2009, la cartera “339” era de Nattino. El origen y el destino de los fondos serían «dudosos», se lee en el informe de los investigadores vaticanos, que tiene 33 páginas. Esta información después pasó a los investigadores italianos y suizos, para que pudieran, a su vez, verificarla. La Apsa se ocupa también de finanzas y de los fondos de la Santa Sede. Una caja fuerte que todavía está bajo la lupa.
Este artículo fue publicado en la edición de hoy del periódico italiano «La Stampa».
Vatican Insider
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