Alguien dijo una vez que el día final no encontrará a los líderes religiosos unidos, pero sí reunidos. ¡Cuanta asamblea, cuánta junta, conferencia, comité, congregación, congreso, mesas redondas y cuadradas, talleres y sínodos, para analizar y programar en nuestra iglesia!
Pongo por ejemplo las preparaciones y encuentros para realizar la gran misión continentalen carácter de permanente.
El Documento de Aparecida, en su número 551 señala: “Este despertar misionero, en forma de una Misión Continental, […] buscará poner a la Iglesia en estado permanente de misión”.
Pero ¿ de qué trata ese buen deseo?
Pero ¿ de qué trata ese buen deseo?
Una animadora pastoral precisa más la idea: “La Misión Territorial es un llamado a estar en estado permanente de Misión; para anunciar el Reino de Dios en todas las realidades,con una actitud de salir al encuentro de las realidades humanas y sociales. En este camino o proceso, se requiere de una actitud humilde y respetuosa, que como han dicho nuestros pastores: ”Ser una Iglesia que escuche, anuncie y sirva”.
Poner a la Iglesia en estado de misión permanente es salir hacia los otros, estar cercana a todos. Es dinamismo para salir a donde están los alejados. Va unido al proceso de promoción humana y de transformación de las realidades y estructuras sociales. Que abarque la economía, la política, las comunicaciones sociales, ámbitos en los que se mueven los laicos. Es el inicio de un talante misionero permanente en las diócesis”.
Excelente. Pero ¿cómo se articula todo eso? ¿Qué planificación le da cauce a las declaraciones y compromisos de papel?
Destaco los acuerdos más audaces:
• Repensar las estructuras pastorales.
No se ha visto esta revisión en ningún sitio. La jerarquía sigue clericalizando todo el andamiaje comunitario, el laicado sigue a modo de rebaño, los pastores siguen encapsulados en sus oficinas administrativas acercándose a las comunidades solamente cuando hay confirmaciones, la parroquia sigue siendo solamente receptiva de los pocos que están cercanos a ella, los santuarios continúan como lugares devocionales masivos que, en muchos casos, no están preparados para evangelizar sino solamente para sacramentar y repartir agua bendita y quemar velas y cirios.
El laicado no tiene cabida en las estructuras pastorales creadas por el clero y administras por él, fuera de algunos servicios compartidos más por necesidad que por convicción. Es decir, las estructuras pastorales siguen igual que hace cincuenta años.
• Anunciar el Reino de Dios saliendo al encuentro de las realidades humanas.
El anuncio del Mensaje puede ir por varios cauces. Dice el evangelio que lo que hemos escuchado en el secreto de Dios con nosotros, “deberemos gritarlo desde las terrazas”.
Los grupos del evangelismo popular han descubierto las calles para hacerlo. Los que pasan y no se detienen pueden mirar con indiferencia y hasta desprecio a esos predicadores de las esquinas, generalmente acompañados de un pequeño grupo familiar que escucha distraídamente la perorata. ¿Quién les hace caso? Pareciera que nadie. Pero los cultos evangélicos populares cada vez van sumando más integrantes y prosélitos.
Otro cauce lo dan las liturgias en capillas y templos. Pero aunque esos espacios estén llenos de gente- que muy pocas veces lo están- siempre será una minoría insignificante respecto a la población de su entorno.
Otro cauce son los medios de comunicación social: las radios y los set televisivos. Ultimamente se están sumando los mensajes a través de las tecnologías virtuales.
¿Está, realmente, la pastoral católica ocupando esos cauces? De la amplia gama de posibilidades que se ofrecen hoy, nuestra iglesia apenas se interesa por un par de ellas,quizá las más anticuadas: alguna misa o novena por radio, alguna hoja parroquial. La proporción de programas de explicación bíblica y catequética entre nuestra iglesia y las iglesias de la reforma es de diez a uno a favor de estas últimas.
Hace unos años, en Chile, se abrió un canal de TV de una iglesias protestante, casi al mismo tiempo que el arzobispo Errázuriz vendía el canal de la Universidad Católica a un grupo empresarial. Es cierto que ese canal no aportaba algo digno de tenerse en cuenta para el anuncio del mensaje cristiano; pero un redireccionamiento de su línea editorial era posible.
Se mantiene- gracias a su poderío internacional- una emisora con el título de Radio María. Pero se trata de un esfuerzo que favorece la pastoral de mantención más que de evangelización. Ningún alejado de la fe católica va a tener interés en escuchar sus mensajes. Ellos están dirigidos al interno de la comunidad católica.
De la prensa escrita, que conserva toda su importancia pese a la competencia de la prensa visual, hay que decir lo mismo. No existe presencia de la iglesia que “debe salir al encuentro de las realidades humanas”. Permanece alguna revista devocional que tiene su público propio, precisamente al que no hay que anunciar el mensaje porque ya lo tiene asumido.
• Que abarque la economía, la política…ámbitos en que se mueven los laicos.
El anuncio del mensaje cristiano en esas instancias no ha podido ser más ineficaz. Apartando de este comentario a los pocos políticos y a los responsables de la cosa económica y empresarial, que han dado ejemplo de dignidad, la mayoría de la clase dirigente tiene techo de vidrio en cuanto a honorabilidad. El país ha estado asistiendo al espectáculo casi circense de culpabilidades que aparecen donde menos se esperaba. Muchos de los cuestionados han sido formados en colegios de elite, con ideario cristiano,con vivencias mojigatas, con entornos piadosos y santurrones, que no impiden después la conversión en tunantes y bribones.
¿Influirá de alguna manera la percepción cristiana de la vida en los programas de economía, de sociología, de administración de empresas, de derecho, de antropología… de las escuelas y universidades? La llamada “pastoral universitaria” tiene alguna importancia dentro de los centros superiores de estudio?
Los laicos se mueven en diversos planos y en casi en ninguno de ellos está presente el mensaje cristiano: ni en la calle, ni en los estadios, ni en los eventos masivos de arte, ni en las marchas callejeras, ni en la vida comercial, ni en los barrios y condominios, ni en las plazas, ni en los centros educativos populares.
No se trataría de ir con el rosario en una marcha callejera; ni siquiera con el evangelio.Pero sí con los criterios del evangelio, con la inspiración anclada en el mensaje de Cristo, con el compromiso nacido de una fe sana y adulta que motiva a luchar por todas las causas dignas, justas, solidarias.
El haber separado la vida de fe de la vida ordinaria de cada día ha sido un verdadero drama para el cristianismo.
El haber separado la vida de fe de la vida ordinaria de cada día ha sido un verdadero drama para el cristianismo.
El tema da para un análisis mucho más extenso. Creo que ir pasando las declaraciones oficiales a la mesa de las discusiones, del diálogo abierto, al intercambio de opiniones, irá purificando el debate porque irá separando lo que es escoria de lo que realmente tiene valor.
No le tengamos miedo al enfrentamiento de ideas.
José Agustín Cabré Ruffat
El Catalejo del Pepe
RD
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