“Tenemos que desarrollar en nosotros el lazo de la interdependencia con el universo, el sentimiento de la compasión y el sentido de una responsabilidad universal” (T. Xuan Thuan La nostalgie des commencements)
15 de noviembre, domingo XXXIII del TO
Mc 13, 24-32.
Y enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos desde los cuatro vientos, de un extremo de la tierra a un extremo del cielo.
La Constitución Gaudium et Spes del Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo actual, el Proemio declara la unión íntima de la Iglesia con la familia Universal. Una conexión –mejor, interconexión- con todas las cosas. En un retiro en Roma (verano del 2013) con el vietnamita dalai lama Thich Nhat Hanh, nos recordaba que en nuestra cultura priorizamos la relación con los demás, y muy poco larelación con lo demás, con los integrantes de otros reinos: el animal, el vegetal, el mineral incluso. Y denro de la relación con los demás solemos olvidarnos de la trascendental y necesaria relación con nosotros mismos que, en su criterio, es todavía mucho más importante.
En su obra La mente y el cuerpo de Buda, este místico de nuestros días nos presenta el paralelismo de la figura de este sabio del s. VI antes de nuestra era y la de Jesús: “Tras esto, Siddhartha dejó el monte. Sabía que la gente tenía conocimiento de su presencia en el lugar, de modo que a la mañana siguiente abandonó la ciudad de Rajargriha y se fue al bosque que había al norte para proseguir con su práctica y con su viaje hacia el Despertar”. Y también Jesús, como Buda, supo que tras alcanzar el Despertar debía compartir la práctica de la Iluminación con los demás.
Una Iluminación sin punto final, que no cesa de avanzar, y que para desarrollarse y crear necesita seguir siempre caminando. Las Instituciones religiosas que no integran a sus seguidores, como hicieron sus grandes fundadores, pierden su identidad y su proyecto. El Hermano Roger, creador de la Comunidad Ecuménica de Taizé, decía: “Cuando la Iglesia escucha, cura, se reconcilia, llega a ser lo que es, en aquello más luminoso: reflejo del amor”.
En uno de los Upanishads -libros sagrados hinduistas del s. VII a.C.- nos encontramos ya estas ideas, poéticamente expuestas en todas las grandes corrientes espirituales de la historia religiosa:
“Como las flores fluyendo hacia el este y el oeste,se fusionan con el océano y se unifican con élolvidando que jamás han sido flores individuales.De igual manera todas las criaturas pierden su naturaleza individualcuando finalmente se fusionan”.
En el ballet Excelsior, del compositor Romualdo Marenco(1841-1907), el Coreógrafo y Presentador Luigi Manzotti anuncia al público que va a poner de manifiesto la titánica lucha mantenida por la Luz y la Civilización contra el Obscurantismo. El progreso frente a la involución, la liberación de la esclavitud: La coronación de la hermandad entre los pueblos.
¿No habrá sido éste el cosmopolita Proyecto Ecclesial que hemos recibido en herencia de Jesús? Nuestro tetimonio nos acreditará como discípulos. En Dios todos somos uno. Somos todos piezas de un mismo puzzle divino y “El amor al prójimo no conoce límites ideológicos ni confesionales”.
Lo escribió un pastor protestante alemán, Martin Niemöller (1892-19849), teólogo y poeta, que en su sermón ¿Qué hubiera dicho Jesucristo? pronunció esta acusación contra quienes no quieren saber nada del Proyecto Ecclesial de Jesús lavándose olímpicamente las manos a lo Pilatos.
En cualquier parcela en la que alguien en lugar de “agarrar el toro por los cuernos” (otra metáfora taurina) se queda quieto esperando a que el problema pase de largo, tenemos un Don Tancredo.
Es indudable que, como escribe T. Xuan Thuan en La nostalgie des commencements: “Tenemos que desarrollar en nosotros el lazo de la interdependencia con el universo, el sentimiento de la compasión y el sentido de una responsabilidad universal”.
POEMA
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,guardé silencio,porque no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,guardé silencio;porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,guardé silencio;porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,no protesté;porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,no había nadie más que pudiera protestar.
(Martin Niemöller)
Vicente Martínez
Fe Adulta
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