El apóstol Pablo nos exhorta a ser hombres nuevos para un mundo nuevo, renovado y mejor. Es el encuentro con Cristo lo que produce el cambio.Lo ha mencionado Benedicto XVI en su homilía durante la Víspera del domingo, en la Basílica de San Pablo Extramuros como parte de la celebración del Año Paulino.
Debemos aprender a pensar con mayor profundidad. El significado de ésto lo dice San Paolo en la segunda parte de la frase: Es necesario aprender a comprender la voluntad de Dios, de modo que ésta plasme nuestra voluntad. Para que nosotros mismos deseemos lo que Dios quiere, para que reconozcamos que lo que Dios quiere es lo mejor y lo bueno. Se trata por lo tanto, de reflexionar profundamente sobre nuestra orientación espiritual.
Dios tiene que entrar en el horizonte de nuestro pensamiento: es decir, lo que Él quiere y el modo como Él ha ideado el mundo y a mí. Tenemos que aprender a formar parte del pensamiento y la voluntad de Jesucristo. Es entonces cuando nos convertiremos en nuevos hombres, que crean un mundo nuevo.
La fe adulta profesada con valor, ha añadido el Papa, se compromete con la inviolabilidad de la vida humana, se opone a la violencia, defiende a los indefensos y reconoce el matrimonio entre un hombre y una mujer para toda la vida, como parte de la voluntad del Creador.
El misterio de Cristo tiene una dimensión cósmica: no pertenece sólo a un determinado grupo. Cristo crucificado abraza el universo entero en todas sus dimensiones. Él toma el mundo en sus manos y lo llevó hacia Dios. Comenzando por san "Ireneo de Lyon".
Es decir, desde el segundo siglo - nuestros Padres han visto en esta palabra, la amplitud, la grandeza, el tamaño y la profundidad de la alusión del amor de Cristo en la Cruz. El amor de Cristo ha abrazado en la cruz lo profundo de lo más bajo - la oscuridad de la muerte, y la altura suprema - la altura de Dios mismo. Y ha tomado entre sus brazos lo más amplio de la humanidad, y el mundo en todas sus distancias. Él abraza siempre el universo - y a todos nosotros.
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