Saturday, June 27, 2009

Dios y Galileo, amigos en Arizona


Cuenta Anna Grau en ABC que, de nacer hoy, lo más probable es que Galileo fuese ciudadano norteamericano. Las más encendidas querellas entre ciencia y fe se viven ahora en Estados Unidos, el país donde cruzan espadas la vanguardia científica del mundo y la del creacionismo o negación de las teorías de Darwin. Pues es Alí, en Mount Graham, un apartado rincón de Arizona, donde la Iglesia católica ha cerrado el círculo de la reconciliación de la ciencia y de la fe. Allí está el mayor observatorio astronómico que ha poseído nunca el Vaticano.

Aunque el interés científico de la Iglesia por las estrellas no es nuevo. Se remonta por lo menos al siglo XVI y al Papa Gregorio XIII. En 1789 se abrió el primer observatorio astronómico detrás de la cúpula de San Pedro. En 1930 los astrónomos eclesiásticos se trasladaron a Castelgandolfo, la residencia de descanso del Papa. Una progresiva huida adelante, escapando de la contaminación y las luces urbanas de la metrópolis de Roma, les acabó llevando a la decisión drástica de plantar su telescopio en Arizona.

Informa «The New York Times» de que la llegada del telescopio vaticano a la región fue casi tan discutida como la del estado de Israel a Palestina. Hubo quejas de la población india y de los ecologistas. Menudearon amenazas de sabotaje. Al fin las observaciones empezaron en 1995, tres años después de que se revocara la condena de la Inquisición contra Galileo.

La actual doctrina vaticana es que Galileo fue «un hombre de fe que veía la Naturaleza como un libro escrito por Dios». Hoy, los responsables del Vatican Observatory Research Group de Arizona se dedican no a refutar las revolucionarias teorías del antiguo hereje sino a demostrarlas científicamente a los estudiantes, que aprenden a ver por sus propios ojos a través del telescopio como, pese a todo, la Tierra, se mueve.
Mucho se ha dicho sobre la falta de «heroísmo» de Galileo cuando aceptó retractarse. Lecturas más modernas sugieren una visión a largo plazo del científico que en el fondo coincidiría misteriosamente con la tranquilidad de la fe: ambos compartirían la confianza en el inevitable resplandor final de la verdad.
Bueno, Galileo tenía razón y la Iglesia Católica es hoy la primera en admitirlo. El vicedirector del observatorio de Arizona, el sacerdote jesuita Christopher J. Corbally, trabaja no en sotana sino con vaqueros y camiseta. No hay alardes litúrgicos ni sermones a pie de telescopio. Se buscan datos como cualquier otro observatorio y con una ambición científica parecida. No se intenta demostrar nada que no exista.
Más bien se da por sabido lo que existe. El boletín anual del Observatorio establece que no hay contradicción entre que la ciencia investigue las «causas secundarias» de la Creación mientras la fe estudia las «causas primarias». Es una diferencia sutil como la que los teólogos establecen entre «creación de la nada» y «creación contínua», siendo este un concepto mucho más rico y sugerente porque implica que «en cada instante, la continua existencia del Universo mismo es deliberadamente deseada por Dios, que es la causa continua de que el Universo se siga creando».
RD

No comments: