Por José María Maruri, SJ
1.- Cualquier religión puede convertirse en una Sociedad Limitada de Pompas Fúnebres. Cuantos de nuestros funerales tienen muy poco de culto de fe en un Dios vivificante y para muchos de los asistentes no es más que un mero acto social.
--Jesús nos dice en el Evangelio de hoy una vez más que Dios es Dios de vivos, que su religión esta muy lejana de plañideras y catafalcos. Que Él ha venido a vencer la enfermedad como camino de muerte y a la muerte misma como término de la vida.
--Jesús se presenta como Verbo de vida, como Verdad y Vida, como Resurrección y Vida.
--Jesús ha venido a darnos vida y vida abundante. Vida que es movimiento, que es alegría, que es luz en los ojos y sonrisa en los labios. Esa vida nace de un contacto vital del hombre con Dios, de mirada a mirada, de corazón a corazón.
2.- La muchedumbre apretuja a Jesús. Son decenas los que le tocan en ellos “no pasó nada”. Solo en aquella pobre mujer.
--Jesús se vuelve y busca con su mirada un rostro en la multitud, entre tantos rostros anodinos, sin expresión, parados, como foto amarillenta de principios del siglo pasado.
--Jesús busca una mirada iluminada, ardiente, busca el rostro de una persona que busca a otra persona.
Esa mirada de Jesús que busca un rostro tiene la misma fuerza individualizada y concreta que el grito de Jesús a la niña de Jairo: “A ti digo, niña, levántate”.A ti… No a otra. Te llamo de tu a tu. Cuando esa mirada ilumina nuestro corazón, cuando ese grito, “A ti digo”, lo oímos en el fondo de nosotros, allí pasa algo, allí nace una nueva vida, acompañada, nace una religión vivificada y vivificante. Allí comienza la verdadera religión, que es el contacto personal con Dios.
3.- Mucha gente se apiña en nuestras iglesias, en las misas dominicales de “más postín”, en las misas masivas en horas punta. Estrujan materialmente a Jesús… ¿Y en cuántos pasa algo…?
--puedo permanecer cerca de Jesús y estar muy lejos
--puedo tocar a Jesús, y no sentirlo
--puedo tratar a Jesús, y no conocerlo.
--puedo hablar a Jesús y no oírlo.
--puedo comer a Jesús y permanecer tristemente “inmune” de contagio personal.
¿No pasa nada en mi vida? ¿Domingo a domingo, no pasa nada?
4.- ¿No es el milagro lo que tiene que pasar? ¿Muchas curaciones hizo Jesús y en cuántos pasó algo?
--pasó en el ciego de nacimiento, que quiere creer en Jesús
--pasó en el endemoniado de Gerasa, que quiso seguirle
--pasó en uno de los diez leprosos, que volvió a agradecer y adorar.
¿Pero qué pasó en los otros nueve leprosos curados? ¿Qué pasó en tantos que traían en camillas para que Jesús los curara? Hubo cercanía con Jesús, hubo curación, hubo diálogo, pero permanecieron lejos… No les pasó nada.
Pues que miremos a Jesús a los ojos y nos mire, que abramos nuestros oídos y le oigamos decir. “A ti te digo, levántate”.
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