Dios no es creador de la muerte ni goza destruyendo a los vivientes, como dice la primera lectura. Es una frase que la deberíamos guardar para siempre en nuestra memoria y quizá también, por si se nos olvida, en el espejo del cuarto de baño donde nos miramos cada mañana. Dios ama la vida y quiere la vida para todos. Dios ama a este mundo. Es su creación y no hay nada malo en él. En la creación, Dios mostró su carácter expansivo, su generosidad, su capacidad para comunicar, para compartir, para regalar todo lo que es. Dios nos dio la vida, nos regaló la libertad y nos invitó a caminar por nosotros mismos
¿No es esto mismo, precisamente, lo que se ve en el Evangelio de hoy? Jesús es la generosidad de Dios hecha persona. No es una casualidad que casi todos los milagros que se nos relatan en los Evangelios sean milagros que tienen que ver con la vida y/o que rompen la situación de aislamiento en que a veces se encuentran las personas (enfermedad, sordera, ceguera, etc.). En este caso, Jesús resucita a la hija de Jairo. La que estaba ya al otro lado de la vida, secuestrada por la muerte, es rescatada para el mundo de los vivos. Y lo hace pidiéndola que se levante. ¡Sólo los vivos se pueden levantar! ¡La muerte nos tumba!
Y también hay una mujer que padece flujos de sangre. Sólo toca el manto de Jesús y queda curada. Claro que, al ser tocado por una mujer impura (por su enfermedad), Jesús se hace impuro. A Jesús, y por lo mismo a Dios, no le importa hacerse impuro con tal de salvar al que está hundido, postrado. El resultado es que aquella mujer se puede ir en paz y con salud, se puede integrar en la comunidad, ser una más, vivir como persona, vivir como hija de Dios.
Creer es compartir la vida
Creemos en el Dios de Jesús y creemos que es el Señor de la Vida. Mejor. Creemos que es el Generoso Señor de la Vida. Que nos la regala cada día. Que cada día nos bendice con su amor y con ese don inmenso que es la libertad. Cada día experimentamos la generosidad de Dios que nos invita a participar en su obra creadora, a ser generoso como él, a regalar la vida que nos ha sido regalada.
La fe y la confianza que ponemos en Dios se vuelve hacia nosotros en regalo de vida y se hace también expansiva hacia los que nos rodean. ¿No es eso lo que nos dice Pablo en la segunda lectura? Creer significa ser generosos, compartir. Creer nos compromete a ser generosos, a regalar y compartir lo que se nos ha regalado. Lo material y lo que no es material. Creer significa compartir la labor creadora de Dios, amar la vida en todas sus formas y promoverla en todas sus formas. Creer significa acoger, incluir y trabajar para que nadie quede excluido de la mesa común de los hijos de Dios. Lo nuestro es ir en contra de la economía y de la crisis. ¡Porque nuestro Dios es el Generoso Señor de la Vida!
Fernando Torres Pérez cmf
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