Sunday, June 28, 2009

La homilía de Betania: ESE DIOS DE EMERGENCIAS

Por Gustavo Vélez, mxy

“Jesús, entrando donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: Talitha qumi, que significa: Contigo hablo, niña, levántate. Y ella se puso en pie inmediatamente”. San Marcos, cap. 5.


1.- ¿Qué idioma habló Jesús? Cuatro lenguas se escuchaban por aquel tiempo en Palestina. El griego y el latín, en razón de sucesivas invasiones. El hebreo y el arameo. La gente culta se expresaba por lo general en hebreo, mientras el pueblo usaba el arameo, una lengua más dúctil, más apta para expresar matices y describir circunstancias.


Los evangelistas nos conservan algunos vocablos arameos. Por ejemplo, Abbá, Gehenna, Qorbán, Effetá, Gólgota. Y ciertas expresiones: “Elí, Elí, lemá sabactaní”, (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?), el grito de Jesús ya próximo a morir. Y aquella, colmada de ternura, que pronunció el Maestro ante una joven que había muerto: “Talitha qumi”. Es decir: Niña a ti te lo digo, levántate.



2.- San Marcos nos ubica nuevamente a la orilla del lago. Allí le sale al paso al Señor el jefe de una sinagoga, probablemente la de Cafarnaúm, que se llamaba Jairo. Su oficio era responder por el lugar donde se reunía la comunidad cada sábado y promover el orden de las oraciones judías y la enseñanza. Su hija de sólo doce años está enferma. “En las últimas” como señala este hombre, rogándole a Jesús que vaya a su casa. Que le imponga las manos para sanarla. El texto evangélico se interrumpe por la presencia de una mujer que padecía flujo de sangre y al tocar el manto del Señor, queda curada.


Pero enseguida el grupo llega a la casa de la niña. San Marcos, quizá por un relato auténtico de san Pedro, describe la escena de forma minuciosa: Algunos salen al encuentro de la comitiva para decirle a Jairo: No molestes al Maestro que tu hija ya ha muerto. Las plañideras de oficio han comenzado su tarea y el rebullicio de la gente desborda el ambiente. Pero Jesús se abre paso entre el tumulto, con Pedro, Santiago, Juan y los padres de la niña, pidiendo que se haga silencio.



3.- Y aquí derrocha delicadeza y amabilidad: “La niña no está muerta, está dormida”. También, según san Juan, cuando Lázaro ha muerto, el Maestro señala: “Voy a despertarlo”. ¿Una forma literaria propia del arameo, o una manera de serenar a los presentes? Más tarde nos dirá un escritor, “El sueño es la moneda fraccionaria de la muerte”. Luego el Señor toma de la mano a la niña y ella se pone en pie inmediatamente. Ante los signos de Jesús, los evangelistas apuntan:

“Los presentes quedaron admirados”. “La multitud se llenó de asombro”. “Los discípulos estaban sorprendidos”. Aquí el evangelista dice algo más gráfico: “Todos se quedaron viendo visiones”.



4.- ¡Hola Jairo! Los lectores de tu historia en san Marcos hemos comentado muchas veces que, en verdad, tenías fe. ¿Pero antes que tu niña se enfermara, cultivaba buena amistad con el Maestro? ¿Compartías con Él sin afanes, cuando los sábados acudía a tu sinagoga? ¿O nos estás dando un mal ejemplo? Porque el Dios de Nuestro Señor Jesucristo es ante todo un amigo. No sólo un recurso desesperado en las situaciones de emergencia. Es Alguien que le da sentido y razón a toda nuestra vida.

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