Thursday, May 20, 2010

Creed en todos



Por Sebastián Correa D. y Verónica Cano C.

El Reino de Dios es para todos: estamos todos invitados a la gran fiesta, sin excepción. Anunciar esta buena nueva es de primordial necesidad en este mundo tan golpeado y dividido, donde hay grandes mayorías que viven con grandes dolores. La realidad nos desafía, nos intenta persuadir una y otra vez en que no se puede creer en todos, de que hay gente que está perdida y no tiene remedio –y en parte es cierto. Amparados por la realidad es muy difícil creer en todos, y es muy humano sucumbir frente a tantos casos estremecedores. La cultura no es capaz de explicar la exclusión de tantos y nos conduce a dejar a personas fuera de esta invitación.
En este tiempo pascual debemos hacer un llamado a resucitar lo que está muerto, a confiar en el otro independiente de su historia y condición: dar más oportunidades, hacer renacer la confianza en lo humano, en lo intrínsecamente bueno de cada uno. Como plantea Bourdieu, somos “iconos dañados.” En nuestro interior tenemos una gran belleza que en muchos de nosotros ha sido dañada; por ello no es perceptible a simple vista y hay que escarbar con cariño incondicional para que aparezca y reluzca. Cristo nos mira con misericordia y optimismo, cree en nosotros hagamos lo que hagamos. Si queremos transmitir su evangelio debemos incorporar su lógica en nuestros corazones y opciones; cambiando así nuestra forma de mirar y actuar en el mundo y no acomodando el evangelio para justificar nuestro modo de ser y de vivir.
Una misión de los cristianos es inculcar en nuestra cultura la necesidad de creer en todos: en los más débiles, en los “últimos”, en los dañados, en los violentos, en los maltratados y maltratadores, en los que violan o son violados en sus derechos. Para que esa confianza en los últimos sea transmisible y “contagiable” nuestra vida debe ser el principal testimonio; llevando con coherencia un estilo de vida que implique incluso arriesgar nuestras propias seguridades en pos de los excluidos.
Como seguidores de Cristo debemos preguntarnos ¿hasta dónde estoy dispuesto a arriesgar mis seguridades por los últimos? Como diría Chesterton “el optimista cree en lo demás, el pesimista sólo cree en sí mismo.” Como cristianos debemos caracterizarnos por esta entrega gratuita; la entrega y confianza en lo humano del que sabe que siempre habrá resurrección. Que este tiempo sea reflejo de reflexión y opción en este espíritu evangelizador.
Creer en Cristo es Creer en todos: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia” (Mc 16, 15)
pastoralsj

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