El 15 de mayo, es la memoria litúrgica, la fiesta de San Isidro Labrador. Es un santo madrileño, patrono de la capital de España y de otros lugares, ciudades e instituciones como el mundo rural y sus asociaciones.
Es un santo bien querido, popular y castizo. Consta que nació en Madrid a finales del siglo XI, en cuya parroquia de "San Andrés" fue bautizado. Contrajo matrimonio en Torrelaguna, sierra norte de Madrid, con María de la Cabeza, que era oriunda de la vecina Caraquiz, ya en tierras de Guadalajara. Trabajó como jornalero en la vega del río Manzanares y murió muy anciano. La leyenda narra que tal era su capacidad mística de oración y el favor con que contaba de lo Alto que mientras Isidro permanecía en oración los mismos ángeles bajaban del cielo a realizar la labor...
Y así, tanto él como su esposa, María de la Cabeza, alcanzaron la santidad, que es reconocida como tal en el libro de los santos de la Iglesia.
Oración y caridad
La tradición popular conservó la memoria de su espíritu de oración, de su capacidad de trabajo y de su generosidad con los necesitados. Fue canonizado en 1662 por el Papa Gregorio XV, junto a otros grandísimos santos españoles como Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola y Francisco Javier. Su cuerpo se conserva incorrupto en la colegiata a él dedicada en Madrid, la antigua catedral de San Isidro.
La liturgia de la Iglesia nos lo presenta como modelo de humildad, sencillez y laboriosidad, como ejemplo de vida escondida en Cristo. Y a su intercesión se pide que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo y sea al mismo tiempo plegaria de alabanza al Señor.
Y a pesar de los siglos transcurridos y de lo poco conocido de su vida, la figura de San Isidro ha sido siempre y sigue siendo muy venerada y querida por el pueblo español, que ve en él a uno de los nuestros, a un laico, esposo y padre de familia, a un trabajador jornalero, a un modelo y un mediador.
Familia y trabajo
En tiempos de zozobra para la institución familiar, ante leyes que cercenan su identidad, naturaleza y misión, San Isidro Labrador y su esposa, Santa María de la Cabeza, son testimonio de que el único matrimonio es el que se da entre un hombre y una mujer y son testigos, a su vez, de como el matrimonio y la familia se convierten en ámbitos aptos para la santidad a través del amor conyugal y familiar y de la vida cotidiana.
En tiempos en que al trabajo se le ha querido presentar como alienador y explotador o, como ahora, como un mero trámite para ganar dinero, San Isidro Labrador nos muestra el verdadero sentido cristiano del trabajo y sus inmensas posibilidades creadoras, salvadoras y evangelizadoras.
Por todo ello, por su vida de oración y de caridad, San Isidro Labrador es un modelo y es un intercesor. Que él ruegue por nosotros, ruegue por el mundo rural y los agricultores, ruegue por Madrid y por las ciudades e instituciones que lo tienen por patrono y ruegue por las familias.
Ecclesia
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