Saturday, May 15, 2010

ALEGRÍAS DE SAN ISIDRO LABRADOR - (Memoria litúrgica, 15 de mayo)



A San Isidro yo le canto
porque era pobre y era santo


Fue por los días mejores,
el campo vestía flores.

Debía ser primavera,
crecía la sementera.

Pronto abandonaba el sueño
este santo madrileño.

San Isidro Labrador
sale al campo antes que el sol.

Y se pone a trabajar
a los pies del vendaval.

Ve rezar a las hormigas
y las llama sus amigas.

Ve volar a los gorriones
y les enseña oraciones.

Los bueyes se quedan quietos
en el silencio del huerto.

Deja el arado en la encina
y su rostro se ilumina.

Se arrodilla en el sembrado
y se queda ensimismado.

Mal vestido en su pobreza,
de rodillas, ¡qué grandeza!

¡Qué señorío y grandeza
en medio de su rudeza!

Señor, tu voluntad sea...
(se le olvida la tarea).

Das al árbol, das al trigo,
das la sombra y el abrigo.

Das la lluvia en el verano,
todo brota de tu mano.

Das la leña en el invierno,
nos das todo, Padre Eterno.

Así rezaba al Señor,
San Isidro Labrador.

Y se le pasan las horas,
mientras él ora que ora.

¡Bajen ángeles veloces,
con herramientas y hoces,

y se ponen a segar
la cebada del lugar!

Vuelve a moverse el arado,
por los ángeles guiado.

Los bueyes en movimiento
daban muestras de contento.

Y nunca vieron las flores
tan hermosos labradores.

Los peces del Manzanares
notaron sus claridades.

Cuando se ocultó la luna
vieron sus alas de pluma.

¡Un hortelano lo ha visto!
Eran ángeles de Cristo.

¡Eran rubios y espigados
y volaban afanados!

El milagro sucedió
al pies del Labrador.

(Publicado en la revista "MILITANTE")

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