TOKIO, 23 Mar. 11 / 06:12 am (ACI/EWTN Noticias)El anciano sacerdote Peter Milward, profesor emérito de la Sophia University en Tokio (Japón), relató su experiencia ante la tragedia ocurrida el pasado viernes 11 de marzo y dijo que el terremoto puede entenderse como "una advertencia de Dios" para "despertar del sopor de nuestra vida cotidiana en donde damos todo por descontado".
En declaraciones a EWTN Noticias el 15 de marzo, el presbítero jesuita de 85 años de edad, a quien el sismo lo sorprendió mientras dormía una siesta, señaló que "la respuesta japonesa ha sido paciente y pasiva, con muchas lágrimas y muchos gestos de dolor porque muchos han perdido a sus parientes y sus familias".
"El futuro parece no mostrar nada. Se mueven en medio del aturdimiento", añadió.
Luego del terremoto y el tsunami del 11 de marzo, el P. Milward recordó unos versos del poeta John Donne del siglo XVII: "el movimiento de la tierra trae daño y temores / los hombres se preguntan que pasó y que significó".
El sacerdote también citó una frase del salmo 76 en latín: "Terra tremuit et quievit, dum resurgeret in judicio Deus", que significa: "La tierra tembló y quedó suspendida cuando te levantaste oh Dios, para juzgar".
Las declaraciones del sacerdote se dan en medio de la tragedia que ha cobrado la vida de miles de personas y ha obligado a varios cientos de miles a ser evacuados ante la cada vez mayor radioactividad de la planta nuclear de Fukushima en donde unos 180 trabajadores intentan controlar la situación para evitar una catástrofe, que según los expertos podría ser similar a la de Chernobyl.
"Desde el punto de vista cristiano -prosiguió el sacerdote- uno piensa en el terremoto en tiempo de Elías en el Monte Sinaí, cuando 'el Señor no estuvo en el terremoto', sino en el susurro de una suave brisa".
Se piensa en el "terremoto profetizado como aquel que acompaña el Día del Señor, en el terremoto que ocurrió a la muerte de Jesús en la cruz".
El P. Milward, que vive en Japón desde 1954, concluyó la entrevista a EWTN Noticias "sobre la peor experiencia que he tenido en mi vida" en referencia al terremoto, citando Macbeth de William Shakespeare, que vio "horas terribles y cosas extrañas, pero que esta noche de dolor ha burlado antiguos saberes", como una forma de agradecerle a Dios por haber sobrevivido a esta catástrofe.
En declaraciones a EWTN Noticias el 15 de marzo, el presbítero jesuita de 85 años de edad, a quien el sismo lo sorprendió mientras dormía una siesta, señaló que "la respuesta japonesa ha sido paciente y pasiva, con muchas lágrimas y muchos gestos de dolor porque muchos han perdido a sus parientes y sus familias".
"El futuro parece no mostrar nada. Se mueven en medio del aturdimiento", añadió.
Luego del terremoto y el tsunami del 11 de marzo, el P. Milward recordó unos versos del poeta John Donne del siglo XVII: "el movimiento de la tierra trae daño y temores / los hombres se preguntan que pasó y que significó".
El sacerdote también citó una frase del salmo 76 en latín: "Terra tremuit et quievit, dum resurgeret in judicio Deus", que significa: "La tierra tembló y quedó suspendida cuando te levantaste oh Dios, para juzgar".
Las declaraciones del sacerdote se dan en medio de la tragedia que ha cobrado la vida de miles de personas y ha obligado a varios cientos de miles a ser evacuados ante la cada vez mayor radioactividad de la planta nuclear de Fukushima en donde unos 180 trabajadores intentan controlar la situación para evitar una catástrofe, que según los expertos podría ser similar a la de Chernobyl.
"Desde el punto de vista cristiano -prosiguió el sacerdote- uno piensa en el terremoto en tiempo de Elías en el Monte Sinaí, cuando 'el Señor no estuvo en el terremoto', sino en el susurro de una suave brisa".
Se piensa en el "terremoto profetizado como aquel que acompaña el Día del Señor, en el terremoto que ocurrió a la muerte de Jesús en la cruz".
El P. Milward, que vive en Japón desde 1954, concluyó la entrevista a EWTN Noticias "sobre la peor experiencia que he tenido en mi vida" en referencia al terremoto, citando Macbeth de William Shakespeare, que vio "horas terribles y cosas extrañas, pero que esta noche de dolor ha burlado antiguos saberes", como una forma de agradecerle a Dios por haber sobrevivido a esta catástrofe.
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