Enciende una vela junto a la tumba del obispo mártir, de cuyo asesinato se cumplen mañana 31 años
La visita se adelantó por la crisis libia
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó la noche del martes -víspera de la conmemoración de su martirio- el sepulcro del asesinado arzobispo Oscar Arnulfo Romero, en la céntrica catedral de San Salvador, donde en señal de reverencia encendió una vela. La visita se adelantó pues Obama debía regresar de inmediato a Estados Unidos para gestionar la crisis libia.
En un marco de impresionantes medidas de seguridad, Obama fue recibido por el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar, quien en un primer momento mostró al gobernante estadounidense el interior de la nave principal de la catedral.
El presidente de Estados Unidos se detuvo a observar las pinturas en los cielorrasos, las dos capillas laterales y una imagen tallada de Cristo.
Luego Obama fue conducido hasta la cripta de los obispos, en el sótano de la catedral en donde se encuentra la tumba de Romero, asesinado en 1980 cuando oficiaba misa por un sicario al que la ultraderecha le pagó 400 dólares.
Frente al mausoleo de bronce de 2,5 metros de largo por 1,8 de ancho que cubre la tumba, Obama cerró los ojos por unos segundos. Luego, junto con el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, encendieron cada uno una vela en homenaje a "la voz de los sin voz" como se conoce al arzobispo mártir. Obama expresó "sorpresa y admiración", según algunos medios.
El mausoleo, obra del escultor italiano, Paolo Borghi, representa a Romero "durmiendo el sueño de los justos" y en los cuatro vértices de la lápida de su sepultura, los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) sostienen las puntas de un paño, dando la sensación de elevar al pastor en el aire.
Mientras eso ocurría en el interior de la catedral, las calles alrededor del templo lucían desiertas. A lo lejos, salvadoreños infructuosamente intentaban tener una vista de la visita, pero el severo dispositivo de seguridad se los impidió.
Obama llegó a la catedral ubicada en pleno corazón de la capital, custodiado por agentes del Servicio Secreto, unidades de élite de la Fuerza Armada y de la Policía Nacional Civil (PNC).
Esta visita al mausoleo "es una gran alegría y una gran bendición de Dios", dijo María Enma Anzora, una devota de Romero, que infructuosamente intentó ver a Obama.
Esta visita al mausoleo "es una gran alegría y una gran bendición de Dios", dijo María Enma Anzora, una devota de Romero, que infructuosamente intentó ver a Obama.
Romero, quien provenía del ala conservadora de la iglesia y carecía de la confianza del clero progresista al llegar al arzobispado en 1977, adoptó una línea incansable de denuncia de la injusticia social y la represión militar apenas un mes después, tras el asesinato de un jesuita.
El 23 de marzo de 1980, a pesar de las amenazas de muerte, Romero instó a los efectivos del ejército a obedecer el mandamiento de Dios de "no matarás" antes que a sus jefes, que les ordenaban disparar contra el pueblo. Un día después fue asesinado.
Una comisión creada por la ONU culpó como autor intelectual del asesinato al mayor del ejército Roberto D'Aubuisson, fundador de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha), quien murió de cáncer en febrero de 1992.
(Rd/Agencias)
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