Sunday, March 20, 2011

Una reflexión sobre San José para los esposos



Acude a José: Una reflexión para los padres de Familia

Todos los católicos estamos llamados a la santidad. De hecho, este llamado es la vocación, no solo de sacerdotes y religiosas, sino también de todo católico. Los santos nos han dado un gran ejemplo muy especial que podemos imitar: San José, padre de crianza de Jesús y esposo de la Santísima Virgen María. Reflexionemos sobre él.


José, el hombre justo

Las Sagradas Escrituras y Juan Pablo II (en su exhortación apostólica “El custodio del Redentor”), llamaron a San José "el hombre justo". ¿Qué significa ese término? Pues que era un hombre santo, recto, honesto, íntegro y virtuoso. San José es el más grande de todos los santos, y el ser humano más santificado, después de la Santísima Virgen. En realidad, algunos de los doctores de la Iglesia afirmaron que no se les dieron gracias a ninguno de los santos, que San José no haya recibido también.


Santo Tomás de Aquino dijo que Dios nos da las gracias según el lugar que ocupamos en la vida y el trabajo que hacemos. Por tanto, si Ud. está casado y tiene hijos, Dios le dará las gracias para ser un esposo y un padre santo. Al hombre que es sacerdote, Dios le da la gracia para ser un sacerdote santo. Medite sobre la cantidad de gracia que recibió José para poder ser el padre de crianza del Hijo de Dios y el esposo virginal de María, la Inmaculada Concepción. San José es el más grande de todos los santos, porque estuvo más unido que todos los demás, a Jesús y a su Santísima Madre.



José, el obediente

José fue verdaderamente obediente a la voluntad de Dios en su vida. El ángel le dijo: "No temas tomar a María como tu esposa." En cuanto José conoció la voluntad de Dios para él, obedeció. Cuando el ángel le dijo que Herodes planeaba matar al niño, José inmediatamente huyó a Egipto con María y Jesús.


Algunas personas preguntan si San José era un hombre ya mayor. Esta creencia se originó en los escritos apócrifos de la Iglesia en sus primeros tiempos. Estos antiguos escritos no fueron inspirados por Dios ni aprobados por la Iglesia como parte de las Sagradas Escrituras. Uno de ellos afirma que cuando José se casó con la Santísima Virgen, tenía 89 años, y que murió a los 111. No hay nada en la Biblia que sugiera que José era tan viejo. En realidad yo opino que era joven y fuerte y quizás tenía entre 20 y 30 años. El fue el guardián y protector de la Santísima Virgen. Las Escrituras dicen que María se comprometió con un "hombre" llamado José. No dicen "un hombre viejo", que es como describen a Simeón y Zacarías. Inclusive en la antigua catacumba de Priscilla, a José lo pintan sin barbas y como un hombre joven.


José era un hombre obediente. Siempre que Dios le advertía de algo en un sueño él obedecía y nunca cuestionó sus designios. Aunque María ya tenía más de ocho meses de embarazo, José la llevó de Nazaret a Belén, porque pensaba que era la voluntad de Dios. Así fue como se cumplió la profecía de Miqueas, de que el Salvador nacería en Belén. José se abandonó a la voluntad de Dios. Hágase a Ud. mismo estas preguntas: "¿Soy obediente a la voluntad de Dios? ¿Obedezco los Diez Mandamientos? ¿Obedezco las enseñanzas de Jesús y la Iglesia en lo que concierne al matrimonio y la vida familiar?" Todos los hombres, sea cual sea su vocación, pueden recurrir a San José para hacerse obedientes hijos de la Iglesia.



José, el silencioso

Las Escrituras no contienen ni una sola palabra dicha por José. Pero hay palabras en el Viejo Testamento que se refieren al gran patriarca José y que se pueden aplicar a San José. José está en el Nuevo Testamento como una presencia silenciosa. Hasta su muerte ocurrió silenciosamente, pues no nos dicen las Escrituras cuándo murió o dónde lo enterraron. El era un hombre silencioso de gran fortaleza y tenía una abundante vida interior. El guardar silencio en nuestras vidas, nos ayuda a desarrollar nuestra vida de oración. José era un hombre de oración que escuchaba la palabra de Dios. Las cosas externas no le distraían. ¿Por qué? Pues porque vivía en presencia del Dios Encarnado.


Percibimos a San José como un trabajador silencioso, un artesano que sufrió en silencio. No se quejó ni se enfureció con Dios ni le preguntó: "¿Por qué has hecho esto y por qué tenemos que huir a Egipto?" El aceptaba todo en silencio. Debemos preguntarnos a nosotros mismos: "¿Tengo suficientes períodos de silencio en mi vida? ¿Paso suficiente tiempo con Jesús orando? ¿Escucho a Jesús cuando me habla a través de las lecturas de la misa del domingo? ¿Paso algún tiempo ante el Santísimo Sacramento, el cual está verdaderamente presente? ¿Desperdicio mi tiempo con palabras vacías o aún peor, mintiendo o hablando mal de los demás? ¿O imito a San José siendo un hombre (o una mujer) virtuoso y silencioso?"



José, el mejor ejemplo

Imagínese el tipo de hombre que era José. Dios Padre le escogió de entre toda la humanidad, para criar a su hijo Jesucristo. Cuando Ud. contrata a alguien para que cuide a sus hijos, aunque sea sólo por unas horas, Ud. no escoge a cualquiera. Imagínese lo que es confiarle a otra persona el cuidado de su único hijo. Las agencias de adopción escogen cuidadosamente a las personas a quienes les confiarán los niños. Dios también escoge cuidadosamente: escogió a José para que fuera un modelo para su hijo.


San José fue un ejemplo para Jesús a través de sus palabras y sus acciones. Se le ha llamado el mejor padre del mundo. El fue un verdadero padre para Jesús en todos los aspectos, excepto en el biológico. Él le enseñó a hablar, a leer y a construir puertas y arados. Recuerde el dicho: "Tu ejemplo me habla tan alto que no puedo oír lo que dices." ¿No es esta la forma en que los niños piensan acerca de sus padres? ¿Cuál fue el ejemplo que José le dio a Jesús? El ejemplo perfecto, fue el mejor padre del mundo, el que educó a Jesús, el que le moldeó como hombre.


José educó a Jesús en su hogar y le enseñó carpintería. Aunque era el Hijo de Dios y disfrutaba de la visión beatífica, Jesús tuvo que crecer a través de sus experiencias y desarrollarse hasta llegar a la madurez. Jesús admiraba a San José y hasta le imitaba en sus maneras. Por tanto, reflexionemos por un momento. "¿Qué tipo de ejemplo doy yo? Esposos, ¿qué ejemplo les dan a su esposa y a sus hijos? ¿Les enseñan a sus hijos la fe católica? ¿Estudian acerca de su propia fe leyendo por lo menos de 10 a 20 minutos diarios? ¿Utilizan bien el tiempo que pasan viajando, escuchando discos compactos para profundizar en su fe? ¿Hacen un retiro anualmente? ¿Están viviendo su vocación como líderes espirituales de su familia?" La verdadera vocación de ustedes es cooperar con la gracia de Dios para que ustedes, sus esposas y sus hijos lleguen al cielo algún día. Esta es la vocación más importante de su vida.



José, el patrono

San José es nuestro benefactor y ora por nosotros. Es el santo patrono de los esposos, los padres y los trabajadores. Debemos de orar siempre para que podamos tener el mismo tipo de muerte que él tuvo, en los brazos de Jesús y María. El es el patrono de una santa muerte, lo cual significa que puede ayudarnos para que lleguemos a morir en los brazos de Jesús y de María, experimentando el abrazo de la Santa Madre Iglesia. Récele a San José para que tenga una santa muerte.


El también es el santo patrono de la Iglesia universal. Todo lo que hizo San José por Jesús, ahora lo hace por la Iglesia. ¿Por qué? Pues porque la Iglesia es el cuerpo místico de Cristo. La Santísima Virgen es la madre de la Iglesia y San José es el padre y guardián de la Iglesia.
José, el ayudante de la Santísima Virgen


San José era el esposo virginal de la Santa Virgen María. De acuerdo al plan de Dios para la salvación, él fue un esposo amante, amable, considerado, cariñoso y sacrificado. San José tenía la responsabilidad de ser el líder espiritual de su familia, al igual que todos los padres son también los líderes espirituales de sus familias.


José y María trabajaron en equipo. La palabra "equipo" podría significar "juntos todos logran más". Trabaje en equipo con su esposa. Zig Zigler en su libro "Courtship after marriage" (Cortejo después del matrimonio), puso el ejemplo de los caballos belgas. Los gigantescos caballos belgas pueden jalar 3,628 kilos cada uno por sí solos. Sin embargo, cuando se les amarra juntos y se les entrena a jalar en equipo, pueden jalar 14,514 kilos. ¿No es esto asombroso? Por tanto, cuando Ud. está unido a su esposa con el fin de acercar más a su familia a Dios, Ud. logrará mucho más.
Hágase esta pregunta: "¿Ayudo a mi cónyuge? ¿Estamos trabajando en equipo para acercar a nuestros hijos a Dios?" Recuerde, su verdadera y más importante vocación es llevar a su esposa, sus hijos y a Ud. mismo a Dios, cooperando con su gracia.
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Padre Francis Peffley
Párroco asociado de la Iglesia Católica de San Luis en Alexandria,
Virginia, EEUU.


Actualidades Josefinas.

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