La finalización del Misterio Pascual (La muerte y resurrección de Cristo) se celebra en la fiesta de Pentecostés. Históricamente, los discípulos, mientras rezaban en Jerusalén con María entre ellos, experimentaron el fuego y la fuerza del Espíritu Santo llegando a sus corazones y a sus vidas (Hechos 2:1-13). Lo profundo de la vida de Dios se les hizo presente, dándoles la luz y el coraje para ir a testificar en el Nombre de Cristo a todas las naciones. Tradicionalmente, los himnos como el Veni Sancte Spiritus y el Veni Creator, han expresado el deseo de los cristianos de ser renovados por el Espíritu Santo. En este Pentecostés podemos orar, en la forma que seamos inspirados, para que esa Divina Presencia esté en nosotros ahora y permita a Cristo estar siempre en nuestros pensamientos y obras.
"Ven, Espíritu Santo, guíanos y fortalécenos. Saca de nuestras vidas todo lo que es falso, quema las raíces de nuestros egoísmos. Enséñanos a vivir con tus mejores regalos de verdad y amor. Imprime en nuestros corazones el rostro de Cristo, y levántanos, vivos en Él, de modo que podamos alcanzar más allá de los límites de nuestros temores. Expande nuestras mentes y nuestros corazones para que podamos ver lo que es divinamente bueno a lo largo del mundo. Sopla tu aliento sobre nosotros y nosotras y danos la valentía que necesitamos para llegar a ser verdaderamente lo que Dios desea que seamos".
Espacio Sagrado
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