Wednesday, July 04, 2012

Nosotros lo llamaríamos loft



En la puerta de madera, vieja y descuidada, una cruz blanca, trazada con brocha gorda desnuda la identidad religiosa de la familia que tiene esa vivienda por hogar: son cristianos. La puerta, la cruz y los cristianos están en An Nabk, a unos noventa kilómetros al sur de Homs.
Mucho más cerca, a treinta o cuarenta metros de la puerta y de la cruz hay un bloque inacabado de pisos, con la fachada color cemento y las carretillas llenas de arena amontonadas junto a la puerta. Aquí viven Dina y Eli. Cuando los conocí cumplían once días de casados. Me franquearon el paso y surgió todo: cocina, dormitorio, salón… Nosotros, los de la vanidad, lo llamaríamos loft. A la izquierda las sillas, dispuestas con el capricho de la anarquía. Sobre una mesa de cristal, pequeñas tabletas de chocolate y dulces de pistacho como recuerdo de su boda. Me invitaron a sentarme en un mullido y antiguo sofá o en las sillas, de plástico blanco. No había desencanto por no tener viaje de novios. No había tristeza por tener menos de lo que nosotros consideramos imprescindible. No había pena porque el suelo y las paredes del cuarto de baño parecieran un muestrario de azulejos y plaquetas de diferentes tamaños, colores y disposiciones. No había desazón porque en el centro de la vivienda hubiera una instalación a medio terminar que afeaba el espacio pero que anticipaba una calefacción que daría calor a la vida cotidiana. Dina y Eli, en silencio, lo llaman hogar.
Javier Fariñas
En 20 líneas
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