La señora Rosalía, su madre y sus nietos estaban pegadas a la radio ayer por la tarde. René no estaba. Tiene dos mujeres y ayer le tocaba estar en la casa de la otra. Así va alternando y se organiza la vida, aunque nunca le he preguntado si eso también lo regula el Derecho Canónico. “Dieu merci!”, exclamó –casi gritó- la abuela cuando anunciaron la fumata blanca. Radio Notre Dame, la emisora de la archidiócesis, emitió música religiosa durante casi una hora antes de que el locutor, con voz nerviosilla, anunciara el nombre del nuevo Papa. “Ha elegido el nombre de Francisco, y es argentino”. Aunque no acertaron a decir su apellido me imaginé que se trataba del cardenal Bergoglio. “Me alegro mucho”, les dije, “aunque yo tenía esperanzas de que saldría algún africano como el cardenal Monsengwo o Turckson”. “Ya llegará nuestra hora después de algunos años”, me respondió Rosalie.
Empezó a llover. Primero, mansamente, refrescando la sofocante atmósfera. Después, con más fuerza y así se ha tirado toda las noche. Después de una hora escuchando la radio nos hemos ido todos a dormir. “Ojalá el nuevo Papa nos ayude a que nuestro país viva en paz”, ha dicho Rosalie antes de retirarse. La gente tiene miedo de que los rebeldes de la Seleka, fundamentalistas islámicos, que no respetan los acuerdos de alto el fuego y hace dos días han capturado otras dos ciudades. “Los obispos de Centroáfrican ya hacen mucho por la paz”, le he respondido. “Seguro que el nuevo Papa les animará para que sigan haciéndolo”.
Josè Carlos Rodrìguez
En clave de Àfrica
RD
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