Sunday, April 14, 2013

Comentario al Evangelio por Ángel Gómez Escorial HACERNOS PRESENTES EN LA ESCENA DEL LAGO



HACERNOS PRESENTES EN LA ESCENA DEL LAGO

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Dicen los grandes maestros de la espiritualidad que la contemplación de las escenas evangélicas es una forma muy extraordinaria de orar. Ignacio de Loyola habla de asumir “como si allí estuvieras”. Y para ello, sin duda, ayuda mucho la capacidad descriptora del texto sagrado elegido. En el caso de evangelio de hoy todo es fácil porque el relato es asombrosamente descriptivo

Y es que hay una enorme plasticidad en el Evangelio de San Juan de esta tercera semana de Pascua. Es toda una escena bien contada, como en un guion para cine o televisión. Primero, Pedro dice que va a pescar. Luego, sus amigos se unen. Después, Juan ve al señor. Pedro que está desnudo se cubre y se lanza a nado. Hay en la playa hay unas brasas. Van a desayunar. El Señor Jesús que aparece ahora es algo distinto. En todos los relatos evangélicos sobre el Resucitado se observa esa diferencia. 
El cuerpo glorioso de Jesús contiene diferencias.


2.- Los diálogos también están ordenados muy cinematográficamente. Pero ellos van a marcar el contenido profundo de este relato evangélico. Al final, se establece la conversación --sin duda tensa y dolorosa para Pedro-- entre Jesús y su futuro vicario. Las tres afirmaciones de amor obtenidas por Jesús de los labios de Pedro sirven para purgar las tres negaciones de la difícil noche del Jueves Santo. Siempre se ha interpretado este pasaje como una "regañina" de Jesús a Pedro y, sin embargo, hay que verlo como una fórmula del Sacramento de la Reconciliación. Jesús ayuda a Pedro a confesarse para que purgue y olvide su antiguo pecado. Probablemente desde ese día, Pedro no tendría escrúpulos interiores y se sintió limpio y perdonado. Y es que uno de los mayores enemigos del alma es el escrúpulo. El acto de confesarse da una vía objetiva de que los pecados han sido perdonados. Otra cosa es que Pedro recordarse con tristeza y sensación de sentirse pecador sus negaciones, pero sabiendo que la culpa había sido borrada.


3. - Volviendo al símil cinematográfico este Evangelio de San Juan es como un "flash back", un resumen final de toda la actividad de los Apóstoles. Desde su trabajo primero como pescadores, con el recuerdo de su pesca prodigiosa y abundante, hasta la comida con el maestro con la partición del pan. Ahora el Cenáculo es la bóveda del cielo y sus otros límites la tierra firme y el mar azul. Debemos de pensar, en paz y en sosiego, como fueron esos días de presencia de Jesús Resucitado en los que ya de una forma sobrenatural, el Dios hecho hombre completó la formación a sus Apóstoles. El vigor, la inteligencia, el valor que se va a ir observando en los Hechos de los Apóstoles se entiende mejor analizando ese periodo glorioso de Jesús en la tierra. Ciertamente, que la venida del Espíritu Santo será el "combustible" que impulse definitivamente a esos hombres, antiguamente ignorantes y toscos, a las más altas cotas de inteligencia y de capacidad. La clave de la transformación de los Apóstoles es también un buen argumento para nuestras meditaciones. Jesús Resucitado nos puede transformar a todos.


4.- Es fácil pues enfrentarse con la imaginación bien centrada en la escena que se nos describe a la orilla del lago de Tiberiades desde el momento en que Pedro dice a sus compañeros que se va a pescar hasta el momento final del dialogo entre Jesús y Pedro. Tal vez, nos ayude para mejor imaginar leer el texto varias veces e intentar hacernos presentes –tu yo—en esa escena como si fuéramos actores del mismo reparto, asistentes atentos a lo que ahí está pasando… Vamos pasando los días de la Pascua: la alegría y la sorpresa vive entre todos nosotros. Jesús Resucitado nos ayuda a vivir llenos de amor y esperanza, pero para obtener esos frutos hay que meterse dentro, muy dentro, de lo que allí ocurría como si estuviéramos presentes.

Betania

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