A veces tengo la sensación de que nos saturan las palabras: en las clases, en la televisión, en los periódicos, en las liturgias, en internet… Y dice San Ignacio que el amor ha de ponerse más en las obras que en las palabras. Y es verdad, pero poner el amor en las obras no impide ponerlo en palabras, aunque eso nos compromete a cuidar la calidad de las palabras.
Y es que hay palabras que aunque no son necesarias tienen una fuerza enorme. Como cuando tu amiga te dice que la conversación de esta mañana le ayudó mucho más de los que sospechabas y no te queda otra que darle un abrazo; cuando el cliente al irse te da las gracias por haberlo tratado con amabilidad y te deja con esa sonrisa medio boba en la boca; cuando tu hijo te dice que te quiere o que la comida está muy rica y se te encoje el corazón; o esa alumna que te ha dado tantos quebraderos de cabeza durante todo el curso te dice que eres la mejor profe que ha tenido y se te humedecen los ojos; o esa vecina mayor que te dice que está más tranquila sabiendo que puede llamarte en cualquier momento.
Como nos indica San Ignacio podemos poner mucho amor en las obras, y también empapar nuestras palabras de ese mismo amor, porque en las palabras nos decimos y en las obras nos realizamos.
Aliosha
pastoralsj
No comments:
Post a Comment