Entrevista PD al autor de 'Ignacio de Loyola': "Fue un pontífice franciscano el que prohibió los jesuitas"
"Los seguidores de Ignacio sostenían
que era el mejor en la ortodoxia diciendo
que era un español puro"
La elección del nuevo Papa nos hace replantearnos la historia de la Compañía de Jesús y en particular la vida de su fundador, Ignacio de Loyola.Y su nombre es precisamente el título de la biografía que, en la serie Españoles Eminentes (Taurus con la Fundación Juan March), ha publicado el historiador Enrique García Hernan.
Francisco I es el primer pontífice de esta Orden, paradójicamente, suprimida en su día por un Papa franciscano. Ignacio no veía a los jesuitas como obispos o cardenales —bien es verdad que Francisco de Borja, que fue III general de la Compañía, estuvo a punto de ser elegido Papa tras la muerte del dominico Pío V—, sino que prefería que fueran fieles servidores, obedientes al Papa en la misión y dedicados a ayudar a los necesitados.
Posiblemente otros muchos jesuitas a lo largo de 400 años podrían haber sido papas —el navarro Francisco Javier o el zaragozano José Pignatelli por ejemplo—, pero es ahora cuando este nombramiento cobra un especial interés. La Iglesia atraviesa un periodo único y complicado, un momento clave que incita nuevas reflexiones en torno a ésta y a sus representantes.
A lo largo de su azarosa vida, Ignacio de Loyola fue un hombre de muchas facetas: paje, soldado, peregrino, estudiante y sacerdote. Se vio obligado a hacer frente a grandes limitaciones, empezando por su escasa prestancia y su constante mala salud, y tampoco poseyó grandes dotes para el estudio ni la producción literaria. ¿Cuál fue entonces el secreto de su enorme carisma, que le permitió no solo fundar la Compañía de Jesús sino además ser declarado santo por la Iglesia Católica?
De la minuciosa labor de investigación de Enrique García Hernán emerge una figura que forjó su identidad con materiales contradictorios, un mediador flexible, inteligente y creativo, con excepcional capacidad para la conciliación y la comunicación, que supo pactar con diferentes actores y adaptarse a las necesidades de su momento histórico, la convulsa Europa del Renacimiento y la Reforma. Esta novedosa biografía separa nítidamente la idealización religiosa de la realidad documental para trazar el definitivo retrato, no del santo que Ignacio de Loyola llegaría a ser, sino del hombre que fue.
Enrique Garía Hernan, Ignacio de Loyola, Taurus, 2013.
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