Hasta hace poco desencantada por los escándalos sexuales, la feligresía celebró con nuevas esperanzas la Semana Santa
WASHINGTON.- Con una inyección de entusiasmo en las iglesias y centros de peregrinación de Estados Unidos, la llegada del papa Francisco parece haber superado con éxito la prueba de su primera Semana Santa.
"Hacía rato que no veíamos tanta gente en nuestro Vía Crucis", dijeron a LA NACION en la iglesia de la Santa Cruz, cerca de la ciudad de Bethesda, en Maryland. El fenómeno se repitió especialmente en templos de Florida y California, donde se concentra la mayoría de la población hispana.
Con una feligresía desencantada por la seguidilla de escándalos sexuales entre miembros del clero y dividida por opiniones en materia doctrinaria, la llegada del nuevo pontífice cayó como una bendición.
Un giro que adquiere también ribetes políticos por la asociación que se hace entre el reclamo a favor de los pobres de Francisco y el que aquí clama por una reforma migratoria que incorpore a los que "menos tienen". Por su condición de hijo de inmigrantes italianos, la experiencia de Jorge Mario Bergoglio se vuelve cercana para miles de personas en este país.
Desde esa perspectiva, es también una historia de triunfo para los que menos tienen. "Después del presidente de Estados Unidos, el Papa es, probablemente, la persona más influyente del mundo. Es bueno que pueda entendernos tan de cerca", comentó John Galdin, de la Universidad de Miami.
Los actos de Semana Santa se potenciaron en este país y no pocos de ellos sumaron un reforzado sentido político, con el reclamo de la reforma migratoria como trasfondo.
"En este período en que los cristianos y otras personas en todo el mundo reflejan el sacrificio y el sufrimiento de Cristo para poner fin al sufrimiento de la humanidad, queremos recordarle al Congreso la necesidad de una reforma de inmigración amplia para acabar con el sufrimiento de los inmigrantes en este país", señaló el sacerdote Juan Carlos Méndez, de la diócesis de Los Ángeles.
El prelado se refirió así a la Procesión de la Cruz, tal como se denomina al tradicional Vía Crucis que, en varias ciudades, asoció el sufrimiento de la Pasión con el que padecen quienes son marginados por su condición de inmigrantes.
"Auxiliar a las personas indocumentadas no es un delito, es una gracia (...) Francisco, en su breve papado, nos ha recordado que nuestra misión está con los pobres (...) Esperamos que la Iglesia así lo haga, (...) que no se vaya del lado del poder", sostuvo, en tanto, Rubén Figueroa, activista del Movimiento Migrante Mesoamericano, que participaba en la peregrinación.
La diócesis de Los Ángeles es una de las que más católicos tienen en Estados Unidos. "Siempre viene muchísima gente, pero, este año, con la presencia del papa Francisco y su prédica a favor de los que menos tienen, el entusiasmo aumentó", dijo Richard Estrada, sacerdote de la de la iglesia Nuestra Señora Reina.
Lo mismo se repitió en el santuario de Chimayo, en Nuevo México, uno de los centros de peregrinación más populares del país, al extremo que se lo suele denominar "el Lourdes de Estados Unidos". Enclavado entre los cerros, todos los años recibe en promedio unas 200.000 personas, pero sólo en esta Semana Santa se congregó el récord absoluto de 50.000, según las estimaciones.
"Es el impacto por la elección del nuevo papa", dijo Joanne Dupont Sandoval, secretaria de la parroquia. "Ya desde el lunes empezaron a llegar los primeros peregrinos", añadió.
ACEPTACIÓN
Francisco tiene un 85% de aceptación, según un sondeo de Reuters/Ipsos, muy por arriba de la que cuentan políticos locales, como el presidente Barack Obama o Hillary Clinton.
Los católicos no son mayoría en este país, donde el credo predominante es protestante. Tampoco es una feligresía fácil o complaciente. Está enervada por recientes casos de escándalos sexuales entre sacerdotes, así como por encubrimientos por parte de autoridades del clero. También está muy dividida en opiniones, lo que incluye aspectos doctrinarios.
"Una de las cosas que nos gusta del papa Francisco es que parece que será muy duro con todo lo referido a escándalos sexuales entre el clero", dijo Donna Doucette, directora de Voice of the Faithful, un grupo laico de católicos creado en 2002 para luchar contra ese flagelo. "No sólo nos gusta por eso. Además de su firmeza contra los abusos, nos gustan mucho las primeras señales que ha dado en favor de los pobres. Todo eso nos da entusiasmo", añadió
La Nación
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